FUENTE INAGOTABLE DE LUZ

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¡ILUMÍNANOS!

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO

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Sagrados Corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto,

jueves, 30 de mayo de 2013

La Anticoncepción ¿es pecado grave?

La Anticoncepción ¿es pecado grave?

Hay que responder que el Magisterio de la Iglesia -desde la Encíclica Casti connubii, de Pío XI, pasando por el Concilio Vaticano II y Pablo VI, hasta los diversos documentos de Juan Pablo II- ha enseñado de modo uniforme que la anticoncepción es siempre materia de pecado grave.
Hay que tener en cuenta, para entender esto, que materia grave de pecado se consideran aquellos valores fundamentales de la persona que están protegidos por los diez mandamientos (precisamente por su importancia para la perfección de la persona humana, es decir, para que la persona alcance los fines que la perfeccionan)[1].
El Magisterio de la Iglesia, pues, enseña que la anticoncepción es materia de pecado grave al afirmar que: 1º en el acto conyugal están en juego valores importantes, y 2º que los anticonceptivos ponen seriamente en peligro tales valores.
En este sentido, la Gaudium et spes presenta el acto conyugal como la expresión privilegiada y típicamente propia del amor conyugal y, a su vez, dice que el amor conyugal está constitucionalmente ordenado a la transmisión de la vida, o procreación[2]. Amor y vida son, por consiguiente, los valores centrales que están en juego en el amor conyugal. Y esos valores son evidentemente de suma importancia.
Pablo VI expresa substancialmente lo mismo poniendo de relieve los 'significados' del acto conyugal y fundando las exigencias éticas en el principio de la inseparabilidad de los dos significados que encierra en su estructura el acto, es decir, el significado unitivo y el procreador: 'Esta doctrina... está fundada sobre la inseparable conexión... entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador... Efectivamente, el acto conyugal, por su íntima estructura, mientras une profundamente a los esposos, los hace aptos para la generación de nuevas vidas, según las leyes inscritas en el ser mismo del hombre y de la mujer. Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad'[3]. El mismo Papa también señalaba la totalidad y la fecundidad entre las cualidades esenciales e indispensables que debe tener el amor para ser auténticamente conyugal. En efecto, la totalidad no permite exclusiones o reservas de ninguna clase; y la fecundidad es una orientación hacia la vida por transmitir[4].
En esta línea, Juan Pablo II, en la Familiaris Consortio llega a afirmar que 'la donación física total sería un engaño si no fuese signo y fruto de una donación en la que está presente toda la persona...; si la persona se reservase algo... ya no se donaría totalmente'[5].
Teniendo estas expresiones en cuenta, puede luego el mismo Juan Pablo II, al tocar el tema de la anticoncepción, enumerar todos los valores que quedan destruidos por la anticoncepción: 'Cuando los esposos, mediante el recurso a la anticoncepción, separan estos dos significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como 'árbitros' del designio divino y 'manipulan' y envilecen la sexualidad humana, y con ella la propia persona del cónyuge, alterando su valor de donación 'total'. Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, la anticoncepción impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal'[6].
Quedan claramente enumerados los valores que la anticoncepción compromete objetivamente:
1º La no aceptación, por parte de los cónyuges, de su misión de 'ministros' y 'colaboradores' de Dios en la transmisión de la vida.
2º La pretensión de convertirse en 'árbitros' del designio divino.
3º El envilecimiento de la sexualidad humana y, por tanto, de la propia persona y de la del cónyuge.
4º La falsificación del lenguaje sexual hasta hacerlo objetivamente contradictorio.
5º La eliminación de toda referencia al valor 'vida'.
6º La herida mortal ('falsificación de la verdad interior') del amor conyugal mismo.
El 'no' a la vida -dice Lino Ciccone- que el uso de un anticonceptivo grita con su misma denominación, se presenta así también, y ante todo, como un 'no a Dios'. Y recuerda el modo en que lo advirtió Pablo VI en la Humanae vitae: 'Un acto de amor recíproco que prejuzgue la disponibilidad a transmitir la vida que Dios creador, según particulares leyes, ha puesto en él, está en contradicción con el designio constitutivo del matrimonio y con la voluntad del Autor de la vida. Usar este don divino destruyendo su significado y su finalidad, aun sólo parcialmente, es contradecir la naturaleza del hombre y de la mujer y sus más íntimas relaciones, y por lo mismo es contradecir también el plan de Dios y su voluntad'[7].
Juan Pablo II no duda en decir que la dignidad de la persona queda radicalmente en peligro en el comportamiento anticonceptivo porque en la persona, que tiene como 'constitución fundamental' el dominio de sí, se aplica el modelo propio de la relación con las cosas, que es una relación de dominio, privando así al hombre 'de la subjetividad que le es propia' y haciendo de él 'un objeto de manipulación'[8].
Se aplica aquí, por tanto, el principio del Magisterio que dice: 'El orden moral de la sexualidad comporta para la vida humana valores tan elevados que toda violación directa de este orden es objetivamente grave'[9].
Que la anticoncepción constituye una violación directa del orden moral de la sexualidad es una enseñanza inequívoca y constante del Magisterio, dado que la califica como 'intrínsecamente malo'[10].
Se pueden hallar más confirmaciones de la gravedad moral objetiva de la anticoncepción prestando atención a algunas características que ese comportamiento ha asumido en nuestro tiempo.
La anticoncepción, al extenderse, ha originado lo que Juan Pablo II llama 'conjura contra la vida'[11]. Una conjura, prosigue el Papa, 'que ve implicadas incluso a instituciones internacionales, dedicadas a alentar y programar auténticas campañas de difusión de la anticoncepción, la esterilización y el aborto'[12].
La difusión en las masas de la anticoncepción ha sido el primer paso de un camino de muerte. De allí ha derivado pronto una vasta 'mentalidad anticonceptiva' es decir, una amplia actitud de rechazo de todo hijo no querido, abriendo así el camino a una gran aceptación social de la esterilización y del aborto. A su vez, esto está constituyendo la premisa para la aceptación social de la eutanasia y de su legitimación jurídica.
La anticoncepción en nuestro mundo contemporáneo ha desempeñado y desempeña un papel muy importante en el desarrollo de la asoladora 'cultura de la muerte', cuyas víctimas se cuentan por decenas de millones cada año. Una cultura que, además, envilece la sexualidad humana y desvirtúa el amor incluso en su forma más sublime, como es el amor materno, cuando confiere a la madre el absurdo derecho de matar al niño que lleva en su seno.
Los cónyuges que eligen la anticoncepción, lo sepan o no, contribuyen a consolidar y potenciar en su fuente esa cultura. se entiende de esta manera el juicio negativo del Magisterio.
Bibliografía para profundizar:
Lino Ciccone, En el Magisterio universal de la Iglesia, ¿la anticoncepción es considerada materia grave o leve de pecado? (L'OR, 24/01/97, pp. 9-10).
Lino Ciccone, Humanae vitae. Analisi e commento, Ed. Internazionali, s/f.
Pontificio Consejo para la Familia, Vademecum para los Confesores sobre algunos temas de moral conyugal, 1997.
Fuentes, Miguel, La 'Humanae vitae' de Pablo VI: esencia de un documento profético, Diálogo 21 (1998), 101-117.
[1] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1858 y 2072.
[2] Cf. Gaudium et spes, nn. 49 y 50.
[3] Humanae vitae, n. 12.
[4] Cf. Ibid., n. 9.
[5] Familiaris consortio, n. 11.
[6] Ibid., n. 32.
[7] Humanae vitae, n. 13.
[8] Juan Pablo II, L'OR, 26/08/84, p. 3.
[9] Congregación para la Doctrina de la Fe, Persona humana, n. 10.
[10] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2370.
[11] Evangelium Vitae, 12, 17.
[12] Ibid., 17.


FUENTE: REVELACIONES DE DIOS Y MARÍA

lunes, 27 de mayo de 2013

Santo, Santo, Santo: Señor Dios, Señor Dios, Señor Dios de los Ejércitos, llenos están los Cielos y la Tierra de vuestra Gloria! - Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.



¡OH, QUÉ POCO CONOCEN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD!
8.01.1991

Mensaje de Nuestra Santa Madre para la reunión de oración del 19 de enero de 1991.

La paz esté con ustedes, Mis bienamados hijos.

Los invito a todos hoy a orar por la Unidad. Para unirse, deben amar, para unirse deben ser humildes y obedientes. No permitan que nadie los extravíe con otras doctrinas. Permanezcan fieles y no tropezarán. Hoy, los países no producen felicidad ni virtud, porque su generación ha desertado al Señor. El resultado de esto es el pecado. Feliz el hombre que ha sido resguardado de ello. Si su generación hubiese caminado en la senda de Dios, ustedes habrían vivido en paz.

¡Oh hijos! Yo los estoy llamando. Mis gritos se dirigen a todas las naciones. Los muertos 
1 no pueden oír ni alabar al Señor, pero ustedes, ustedes que están atentos a Mis llamados, alaben al Señor, glorifiquen al Señor con su amor, con su fe y con su esperanza.  Hijo Mío, el Cielo te pertenece, por eso te ruego, tú que tienes una boca, habla al Señor y bendícelo. Tú que tienes ojos, mira Su Belleza. Dedica más de tu tiempo a contemplar Sus Heridas, las Heridas que le fueron infligidas para tu salvación. Tú que tienes oídos, escucha Nuestras súplicas. Tú que tienes un corazón, ama al Señor, adórale y ofrécele tu corazón.

No, los muertos 
2 no pueden hablar ni ver, no pueden oir ni sentir. Bienamados, Aquél que los ha creado, se está inclinando a ustedes con Su Corazón en la Mano, ofreciéndoselos a ustedes. Como un esposo que ofrece a su esposa un anillo como símbolo de alianza, así el Único Santo les está ofreciendo Su Sagrado Corazón como un Signo de Su Amor, para desposarse con ustedes. Como una esposa, adornada con sus joyas, así el Señor, el Rey de Reyes, los adornará con Sus Joyas.3 

No se duerman, sino que permanezcan alerta. Han sido comprados y pagados con Su Preciosa Sangre. No se dejen llevar a la deriva por la primera corriente. Dejen que Su Fuego los consuma, como una antorcha viviente en Su Iglesia. Déjenlo que los moldee en una Imagen de Sí Mismo para ser fieles y firmes, y Él los utilizará para ser los pilares de Su Nueva Iglesia.

¡Oh hijos! No tengan miedo, porque Dios siempre ha hecho cosas grandes. Tengan confianza en Él.

Se les está enviando una misión de ángeles para diseminar las semillas Celestiales por todas partes del mundo y llevar un mensaje de Paz y Amor en sus grandes tribulaciones. Estas semillas serán acogidas como la lluvia en una tierra sedienta. ¿No se han fijado cómo Dios ha abierto las Puertas del Cielo para que llueva su Maná Celestial? Sí, ¡Su Santo Espíritu de Gracia! El Todopoderoso ha tenido piedad de ustedes y ha dicho: "Dejen que Mi gente coma, dejen que coma el Pan del Cielo". Su orden fue dada de lo alto; como en los tiempos de Moisés, el Padre alimentó a Su pueblo con el maná en el desierto, más de lo que podían comer. Y Jesús, Su Hijo, ¿no multiplicó los panes y los peces? ¿No comieron las multitudes tanto como ellos quisieron? Y hoy ¿por qué algunos de ustedes están sorprendidos de que el Espíritu Santo descienda con toda fuerza sobre ustedes para dar de comer a sus naciones con el Maná Celestial?

¡Oh, qué poco conocen a la Santísima Trinidad! Nunca se les dejará angustiados y muertos de hambre, ni serán abandonados para vagar, muriendo de hambre, en este desierto.

La negrura de su era no durará para siempre. Sus pecados pronto serán purgados y la Bestia será paralizada pronto. Junto con su clan se arrastrarán por el polvo, porque una Luz aparecerá pronto en el horizonte; ésta será la Gran Señal.

Por eso, si tus pies todavía vacilan entre el bien y el mal, ora para que no te conduzcan a la tentación. Si tu corazón todavía rehúsa cantar al Señor una Canción de Amor, ora para que el Maligno no te engañe. Si tus ojos evitan mirar al Cielo para buscar cosas celestiales, ora para que tu habitación en el Cielo te reciba un día. Si tu alma todavía pertenece al mundo, ora para que los vicios del mundo no se enrosquen en ti, porque estarías anidando una Serpiente dentro de ti. Ora con el corazón; sacrifícate con alegría, que tu trabajo valga la pena y Yo te prometo que tu lámpara no se apagará en la noche.

¡Tengan sed de Dios!

Estoy velando por ustedes y en este mismo momento Me inclino hacia ustedes para bendecirlos a todos. 




1 Muertos espiritualmente
2 Muertos espiritualmente
3 Su Corona de Espinas, Sus Clavos y Su Cruz

viernes, 24 de mayo de 2013

Homilía del Santo Padre Francisco



Basílica Vaticana

En la ordenacion de sacerdotes.
La homilía corresponde sustancialmente a la «Homilía ritual» prevista en el Pontifical Romano para la ordenación de presbíteros, a la cual el Papa ha aportado algunas modificaciones personales.
Queridos hermanos y hermanas

Ahora que estos hermanos e hijos nuestros van a ser ordenados presbíteros, conviene considerar a qué ministerio acceden en la Iglesia.

Aunque, en verdad, todo el pueblo santo de Dios es sacerdocio real en Cristo, sin embargo, nuestro sumo Sacerdote, Jesucristo, eligió algunos discípulos que en la Iglesia desempeñaran, en nombre suyo, el oficio sacerdotal para el bien de los hombres. No obstante, el Señor Jesús quiso elegir entre sus discípulos a algunos en particular, para que, ejerciendo públicamente en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal en favor de todos los hombres, continuaran su misión personal de maestro, sacerdote y pastor. Él mismo, enviado por el Padre, envió a su vez a los Apóstoles por el mundo, para continuar sin interrupción su obra de Maestro, Sacerdote y Pastor por medio de ellos y de los Obispos, sus sucesores. Y los presbíteros son colaboradores de los Obispos, con quienes en unidad de sacerdocio, son llamados al servicio del Pueblo de Dios.

Después de una profunda reflexión y oración, ahora estos estos hermanos van a ser ordenados para el sacerdocio en el Orden de los presbíteros, a fin de hacer las veces de Cristo, Maestro, Sacerdote y Pastor, por quien la Iglesia, su Cuerpo, se edifica y crece como Pueblo de Dios y templo del Espíritu Santo.

Al configurarlos con Cristo, sumo y eterno Sacerdote, y unirlos al sacerdocio de los Obispos, la Ordenación los convertirá en verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento para anunciar el Evangelio, apacentar al Pueblo de Dios y celebrar el culto divino, principalmente en el sacrificio del Señor.

A vosotros, queridos hermanos e hijos, que vais a ser ordenados presbíteros, os incumbe, en la parte que os corresponde, la función de enseñar en nombre de Cristo, el Maestro. Transmitid a todos la palabra de Dios que habéis recibido con alegría. Recordad a vuestras madres, a vuestras abuelas, a vuestros catequistas, que os han dado la Palabra de Dios, la fe... ¡el don de la fe! Os han trasmitido este don de la fe. Y al leer y meditar asiduamente la Ley del Señor, procurad creer lo que leéis, enseñar lo que creéis y practicar lo que enseñáis. Recordad también que la Palabra de Dios no es de vuestra propiedad, es Palabra de Dios. Y la Iglesia es la que custodia la Palabra de Dios.

Que vuestra enseñanza sea alimento para el Pueblo de Dios; que vuestra vida sea un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que, con vuestra palabra y vuestro ejemplo, se vaya edificando la casa de Dios, que es la Iglesia.

Os corresponde también la función de santificar en nombre de Cristo. Por medio de vuestro ministerio alcanzará su plenitud el sacrificio espiritual de los fieles, que por vuestras manos, junto con ellos, será ofrecido sobre el altar, unido al sacrificio de Cristo, en celebración incruenta. Daos cuenta de lo que hacéis e imitad lo que conmemoráis, de tal manera que, al celebrar el misterio de la muerte y resurrección del Señor, os esforcéis por hacer morir en vosotros el mal y procuréis caminar con él en una vida nueva.

Introduciréis a los hombres en el Pueblo de Dios por el Bautismo. Perdonaréis los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia por el sacramento de la Penitencia. Y hoy os pido en nombre de Cristo y de la Iglesia: Por favor, no os canséis de ser misericordiosos. A los enfermos les daréis el alivio del óleo santo, y también a los ancianos: no sintáis vergüenza de mostrar ternura con los ancianos. Al celebrar los ritos sagrados, al ofrecer durante el día la oración de alabanza y de súplica, os haréis voz del Pueblo de Dios y de toda la humanidad.

Conscientes de haber sido escogidos entre los hombres y puestos al servicio de ellos en las cosas de Dios, ejerced con alegría perenne, llenos de verdadera caridad, el ministerio de Cristo Sacerdote, no buscando el propio interés, sino el de Jesucristo. Sois Pastores, no funcionarios. Sois mediadores, no intermediarios.

Finalmente, al participar en la misión de Cristo, Cabeza y Pastor, permaneciendo unidos a vuestro Obispo, esforzaos por reunir a los fieles en una sola familia para conducirlos a Dios Padre, por medio de Cristo en el Espíritu Santo. Tened siempre presente el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido, sino para servir, y buscar y salvar lo que estaba perdido.   

miércoles, 22 de mayo de 2013

La oración más antigua dirigida a la Virgen. “Sub tuum praesidium”


 

“Sub tuum praesidium”


Con motivo del mes de mayo, recogemos este texto sobre una de las primeras oraciones dirigidas a la Virgen por los primeros cristianos.

EN UN PAPIRO EGIPCIO

theotokos Edgar Lobel, experto en papirología de la Universidad de Oxford,  dedicó su vida al estudio de los papiros encontrados en Egipto. Como es conocido, el clima extremadamente seco de la mayor parte de Egipto ha hecho que se conserven multitud de fragmentos de papiros antiquísimos, con textos de hace milenios, en griego y en copto. Muchos de estos textos se habían perdido. En otros casos, los papiros sirven para confirmar la antigüedad de textos que sí que se habían conservado a través de sucesivas copias o traducciones.
Uno de estos papiros, descubierto en las proximidades de la antigua ciudad egipcia deOxirrinco, contenía una oración a la Virgen. Y no cualquier oración, sino una plegaria que continuamos rezando hoy en día, la oración Sub tuum praesidium. La versión latina es:

Sub tuum praesidium
confugimus,
Sancta Dei Genitrix.
Nostras deprecationes ne despicias
in necessitatibus nostris,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.

  1. versión castellana, es muy conocida: 
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

Y la versión en griego clásico, que es precisamente la que se encontró en el papiro. Basta fijarse con detenimiento en la foto del papiro para reconocer las palabras griegas originales:

Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.


Cabe destacar la presencia del términoTheotokos (en este caso, Theotoke, en vocativo), es decir, “Madre de Dios”. 
Dos siglos después, en el Concilio de Éfeso, se reconoció de forma  solemne que este título era adecuado para la Virgen María, contra el parecer de Nestorio.
Es decir, en Éfeso, la Tradición de la Iglesia fue defendida contra los que preferían sus propios razonamientos a la enseñanza de siempre de la Iglesia.
Resulta impresionante rezar esta oración, sabiendo que los cristianos la rezaban ya, por lo menos, en el año 250 d.C., que es la fecha en la que Edgar Lobel dató el papiro en el que se encontraba.
Nosotros no la hemos recibido de los arqueólogos, sino de latradición de la Iglesia, a través del latín en el caso de la Iglesia Latina o del griego y el eslavonio antiguo en Oriente.
Resulta agradable, sin embargo, que la arqueología nos muestre una vez más que la tradición no es algo inventado, sino que verdaderamente nos transmite la herencia que los primeros cristianos recibieron de Cristo y de los Apóstoles.

 

THEOTOKOS, LA MADRE DE DIOS

La oración Sub tuum praesidium es un testimonio entrañable, probablemente el más antiguo y el más importante en torno a la devoción a Santa María. Se trata de un tropario(himno bizantino) que llega hasta nosotros lleno de juventud. Es quizás el texto más antiguo en que se llama Theotokos a la Virgen, e indiscutiblemente es la primera vez que este término aparece en un contexto oracional e invocativo.
G. Giamberardini, especialista en el cristianismo primitivo egipcio,  en un documentado estudio ha mostrado la presencia del tropario en los más diversos ritos y las diversas variantes que encuentra, incluso en la liturgia latina.
La universalidad de esta antífona hace pensar que ya a mediados del siglo III era usual invocar a Santa María como Theotokos, y que los teólogos, como Orígenes, comenzaron a prestarle atención, precisamente por la importancia que iba adquiriendo en la piedad popular. Simultáneamente esta invocación habría sido introducida en la liturgia.
En el rito romano, su presencia está ya testimoniada en el Liber Responsalis, atribuido a San Gregorio Magno y es copiado en elsiglo IX en la siguiente forma: “Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genitrix”. Algunos manuscritos de los siglos X y XI, presentan unas deliciosas variantes de esta oración, manteniendo intacta la expresión Santa Dei Genitrix, en estricta fidelidad a la Theotokos del texto griego.
Se trata de traducciones fidelísimas del texto griego, tal y como aparece en el rito bizantino, en el que se utiliza la palabra griega eysplagknían, para referirse a las entrañas misericordiosas de la Madre de Dios.
La consideración de la inmensa capacidad de las entrañas maternales de la Madre de Dios está en la base de la piedad popular que tanta importancia dio al título Theotokos para designar a la Madre de Jesús.
Y quizás como lo más importante sea el hecho de que el testimonio del Sub tuum praesidium levanta la sospecha de que el título Theotokos se origina a mediados del siglo III en la piedad popular como invocación a las entrañas maternales de Aquella que llevó en su seno a Dios. Esta vez, quizás, la piedad popular fue por delante de la Teología. Al menos, es muy verosimil que así fuese.
Los fieles que, con sencillez, rezan esta oración a la Sancta Dei Genitrix, laTheotokos, la Madre de Dios,  porque la han recibido de manos de la Iglesia, son los que están más cerca de lo que transmitieron los primeros cristianos y, por lo tanto, más cerca de Cristo.
La versión latina esta oración ha sido inmortalizada en la música especialmente por Antonio Salieri y Wolfgang Amadeus Mozart.

FUENTES:
Lucas F. Mateo-Seco,  La devoción mariana en la primitiva Iglesia
Cfr G. Giamberardini, Il “Sub tuum praesidium” e il titolo Theotokos nella tradizione egiziana, en “Marianum” 31 (1969) 350-351; A.M. Malo, La plus ancienne prière à notre Dame, en De primordis cultus mariani, cit., t. 2, 475-485.



domingo, 19 de mayo de 2013

¡FELIZ DOMINGO DE PENTECOSTÉS!


Espíritu Santo, dulce huésped del alma,
muéstranos el sentido profundo del gran jubileo
y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con fe,
en la esperanza que no defrauda,
en la caridad que no espera recompensa.

Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios,
memoria y profecía de la Iglesia,
dirige la humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret
el Señor de la gloria, el Salvador del mundo,
la culminación de la historia.
¡Ven, Espíritu de amor y de paz!
Espíritu creador, misterioso artífice del Reino,
guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones
para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio
y llevar a las generaciones venideras
la luz de la Palabra que salva.
Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo,
ven y renueva la faz de la tierra.
Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad,
para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento
de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.
¡Ven, Espíritu de amor y de paz!
Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia,
haz que la riqueza de los carismas y ministerios
contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo,
y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados
colaboren juntos en la edificación del único reino de Dios.
Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz,
suscita solidaridad para con los necesitados,
da a los enfermos el aliento necesario,
infunde confianza y esperanza en los que sufren,
acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.
¡Ven, Espíritu de amor y de paz!
Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón,
orienta el camino de la ciencia y de la técnica
al servicio de la vida, de la justicia y de la paz.
Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones,
y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.
Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne
en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha,
haznos dóciles a las muestras de tu Amor
y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos
que Tú pones en el curso de la historia.
¡Ven, Espíritu de amor y de paz!
A Ti, Espíritu de Amor,
junto con el Padre omnipotente
y el Hijo unigénito,
alabanza, honor y gloria
por los siglos de los siglos. Amén




El Espíritu Santo en nuestra Iglesia





Queridos hermanos y hermanas:

Hoy me quiero centrar en la acción que el Espíritu Santo realiza en la guía de la Iglesia y de cada uno de nosotros a la Verdad. Jesús mismo dice a sus discípulos: el Espíritu Santo
"les guiará en toda la verdad" (Jn 16. 13), Él mismo es el "Espíritu de la Verdad" (cf. Jn 14:17, 15:26, 16:13). 
Vivimos en una época en la que se es más bien escéptico con respecto a la verdad. Benedicto XVI ha hablado muchas veces de relativismo, es decir, la tendencia a creer que no hay nada definitivo, y a pensar que la verdad está dada por el consenso general o por lo que nosotros queremos. Se plantean estas preguntas: ¿existe realmente "la" verdad? ¿Qué es "la" verdad? ¿Podemos conocerla? ¿Podemos encontrarla? Aquí me viene a la memoria la pregunta del procurador romano Poncio Pilato cuando Jesús le revela el sentido profundo de su misión: "¿Qué es la verdad?" (Jn 18, 37-38). Pilato no entiende que "la" Verdad está frente a él, no es capaz de ver en Jesús el rostro de la verdad, que es el Rostro de Dios. Y sin embargo, Jesús es esto: la Verdad, la cual, en la plenitud del tiempo, "se hizo carne" (Jn 1,1.14), que vino entre nosotros para que la conociéramos. La verdad no te agarra como una cosa, la verdad se encuentra. No es una posesión, es un encuentro con una Persona.
Pero, ¿quién nos hace reconocer que Jesús es "la" Palabra de la verdad, el Hijo unigénito de Dios Padre? San Pablo enseña que "nadie puede decir: “Jesús es el Señor”, si no está impulsado por el Espíritu Santo" (1 Cor 12:03). Es sólo el Espíritu Santo, el don de Cristo Resucitado, quien nos hace reconocer la verdad. Jesús lo define el "Paráclito", que significa"el que viene en nuestra ayuda", el que está a nuestro lado para sostenernos en este camino de conocimiento; y, en la Última Cena, Jesús asegura a sus discípulos que el Espíritu Santo les enseñará todas las cosas, recordándoles sus palabras (cf. Jn 14,26).
¿Cuál es entonces la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas y en la vida de la Iglesia para guiarnos a la verdad? En primer lugar, recuerda e imprime en los corazones de los creyentes las palabras que Jesús dijo, y precisamente a través de estas palabras, la ley de Dios -como lo habían anunciado los profetas del Antiguo Testamento- se inscribe en nuestros corazones y en nosotros se convierte en un principio de valoración de las decisiones y de orientación de las acciones cotidianas, se convierte en un principio de vida. Se realiza la gran profecía de Ezequiel: "Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo… infundiré mi espíritu en ustedes y haré que signa mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes”. (36:25-27). De hecho, de lo profundo de nosotros mismos nacen nuestras acciones: es el corazón el que debe convertirse a Dios, y el Espíritu Santo lo transforma si nosotros nos abrimos a Él.
El Espíritu Santo, entonces, como promete Jesús, nos guía "en toda la verdad" (Jn 16, 13); nos lleva no sólo para encontrar a Jesús, la plenitud de la Verdad, sino que nos guía "en" la Verdad, es decir, nos hace entrar en una comunión siempre más profunda con Jesús, dándonos la inteligencia de las cosas de Dios. Y ésta no la podemos alcanzar con nuestras fuerzas. Si Dios no nos ilumina interiormente, nuestro ser cristianos será superficial. La Tradición de la Iglesia afirma que el Espíritu de la verdad actúa en nuestros corazones, suscitando aquel "sentido de la fe", el sentido de la fe a través del cual, como afirma el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios, bajo la guía del Magisterio, indefectiblemente se adhiere a la fe transmitida, la profundiza con un juicio recto y la aplica más plenamente en la vida (cf. Constitución dogmática. Lumen Gentium, 12). Probemos a preguntarnos: ¿estoy abierto al Espíritu Santo, le pido para que me ilumine, y me haga más sensible a las cosas de Dios?
Y ésta es una oración que tenemos que rezar todos los días, todos los días:
Espíritu Santo que mi corazón esté abierto a la Palabra de Dios, que mi corazón esté abierto al bien, que mi corazón esté abierto a la belleza de Dios, todo todos los días.
Pero me gustaría hacer una pregunta a todos ustedes: ¿Cuántos de ustedes rezan cada día al Espíritu Santo, eh? ¡Serán pocos, eh! pocos, unos pocos, pero nosotros tenemos que cumplir este deseo de Jesús: orar cada día al Espíritu Santo para que abra nuestros corazones a Jesús.
Pensemos en María que «conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" (Lc 2,19.51). La recepción de las palabras y las verdades de fe, para que se conviertan en vida, se necesita que se realicen y crezcan bajo la acción del Espíritu Santo. En este sentido, debemos aprender de María, reviviendo su "sí", su total disponibilidad para recibir al Hijo de Dios en su vida, que desde ese momento la transformó. A través del Espíritu Santo, el Padre y el Hijo establecen su morada en nosotros: nosotros vivimos en Dios y para Dios. ¿Pero nuestra vida está verdaderamente animada por Dios? ¿Cuántas cosas interpongo antes que Dios?
Queridos hermanos y hermanas, tenemos que dejarnos impregnar con la luz del Espíritu Santo, porque Él nos introduzca en la Verdad de Dios, que es el único Señor de nuestra vida. En este Año de la Fe preguntémonos si en realidad hemos dado algunos pasos para conocer mejor a Cristo y las verdades de la fe, con la lectura y la meditación de las Escrituras, en el estudio del Catecismo, acercándonos con asiduidad a los Sacramentos. Pero preguntémonos al mismo tiempo cuántos pasos estamos dando para que la fe dirija toda nuestra existencia. No se es cristiano "según el momento", sólo algunas veces, en algunas circunstancias, en algunas ocasiones; ¡no, no se puede ser cristiano así! ¡Se es cristiano en todo momento! Totalmente.
La verdad de Cristo, que el Espíritu Santo nos enseña y nos regala, forma parte para siempre y totalmente de nuestra vida cotidiana. Invoquémosle con más frecuencia, para que nos guíe en el camino de los discípulos de Cristo. Invoquémosle todos los días. Les hago esta propuesta: invoquemos cada día al Espíritu Santo. ¿Lo harán? No oigo, eh, ¡todos los días, eh! Y así el Espíritu nos acercará a Jesucristo. Gracias.

Le invitamos a ver 1 video de la Audiencia del miércoles 15 de mayo de 2013

Gloria y alabanza a Ti, oh Cristo, ahora y por siempre.





Señor Jesús, plenitud de los tiempos y señor de la historia, dispón nuestro corazón a celebrar con fe este Año de Gracia y de Misericordia. Danos un corazón humilde y sencillo, para que contemplemos con renovado asombro el misterio de la Encarnación, por el que Tú, Hijo del Altísimo, en el seno de la Virgen, santuario del Espíritu, te hiciste nuestro Hermano.
Gloria y alabanza a Ti, oh Cristo, ahora y por siempre.
Jesús, principio y perfección del hombre nuevo, convierte nuestros corazones a Ti, para que, abandonando las sendas del error, caminemos tras tus huellas por el sendero que conduce a la vida. Haz que, fieles a las promesas del Bautismo, vivamos con coherencia nuestra fe, dando testimonio constante de tu palabra, para que en la familia y en la sociedad resplandezca la luz vivificante del Evangelio.
Gloria y alabanza a Ti, oh Cristo, ahora y por siempre.
Jesús, fuerza y sabiduría de Dios, enciende en nosotros el amor a la divina Escritura, donde resuena la voz del Padre, que ilumina e inflama, alimenta y consuela. Tú, Palabra del Dios vivo, renueva en la Iglesia el ardor misionero, para que todos los pueblos lleguen a conocerte, verdadero Hijo de Dios y verdadero Hijo del hombre, único Mediador entre Dios y el hombre.
Gloria y alabanza a Ti, oh Cristo, ahora y por siempre.
Jesús, fuente de unidad y de paz, fortalece la comunión en tu Iglesia, da vigor al movimiento ecuménico, para que con la fuerza de tu Espíritu, todos tus discípulos sean uno. Tú que nos has dado como norma de vida el mandamiento nuevo del amor, haznos constructores de un mundo solidario, donde la guerra sea vencida por la paz, la cultura de la muerte por el compromiso en favor de la vida.
Gloria y alabanza a Ti, oh Cristo, ahora y por siempre.
Jesús, Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, luz que ilumina a todo hombre, da a quien te busca con corazón sincero la abundancia de tu Vida. A Ti, Redentor del hombre, principio y fin del tiempo y del cosmos, al Padre, fuente inagotable de todo bien, y al Espíritu Santo, sello del infinito amor, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.

miércoles, 1 de mayo de 2013

LA TRANSUBSTANCIACIÓN




La Transubstanciación es uno de los Dogmas de la Iglesia Católica, fue decretado por el Papa Inocencio III en el año de 1215.

En este dogma nos enseña la Iglesia Católica que Nuestro Señor Jesucristo esta verdadera, real y substancialmente en el Santísimo Sacramento del Altar.

Ahora bien, veamos lo que dice la Palabra de Dios.

Evangelio de Mateo 26:26-29
Mientras comían Jesús tomo en sus manos el pan y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo : Tomen y coman esto es mi cuerpo. Luego tomo en sus manos una copa y habiendo dado gracias a Dios, se las paso a ellos diciendo : Beban todos ustedes de esta copa, porque esto es mi sangre, con la que se confirma la alianza, sangre que es derramada en favor de muchos para perdón de sus pecados. Pero les digo que no volveré a beber de este producto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes, el vino nuevo en el Reino de mi Padre.

Evangelio de Marcos 14:22-25
Mientras comían Jesús tomo en sus manos el pan y habiendo pronunciado la bendición lo partió y se lo dio a ellos diciendo : Tomen esto es mi Cuerpo. Luego tomo en sus manos la copa y habiendo dado gracias a Dios, se la paso a ellos, y todos bebieron. Les dijo : Esto es mi Sangre con lo que se confirma la alianza, sangre que es derramada en favor de muchos. Les aseguro que no volveré a beber del producto de la vid, hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.

Evangelio de Lucas 22:14-20
Cuando llego la hora. Jesús y los Apóstoles se sentaron a la mesa, Jesús les dijo : Cuanto he querido celebrar con ustedes esta Cena de Pascua antes de mi muerte. Porque les digo que no la celebrare de nuevo hasta que se cumpla en el Reino de Dios. Entonces tomo en sus manos una copa y habiendo dado gracias a Dios dijo : Tomen esto y repartanlo entre ustedes, porque les digo que no volveré a beber del producto de la vid, hasta que venga el Reino de Dios. Después tomo el pan en sus manos y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos diciendo : Esto es mi Cuerpo, entregado a muerte en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mi. Lo mismo hizo con la copa después de la cena diciendo :Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre, la cual es derramada en favor de ustedes.

Evangelio de Juan 6:35
Y Jesús les dijo : Yo soy el Pan que da vida. El que viene a mi nunca tendrá hambre y el que cree en mi nunca tendrá sed.

1 Carta de Pablo a los Corintios 11:23-26
Porque yo recibí esta tradición dejada por el Señor, y que yo a mi vez les trasmití : Que la misma noche que el Señor Jesús fue traicionado, tomo en sus manos pan, y después de dar gracias a Dios, lo partió y dijo : Esto es mi Cuerpo que muere en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mi. Así también después de la cena, tomo en sus manos la copa y dijo : Esta copa es la nueva alianza, confirmada con mi sangre. Cada vez que beban, háganlo en memoria de mi. De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclaman su muerte cada vez que comen de este pan y beben de esta copa.

Por su parte el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice :

Numeral 1376
El Concilio de Trento resume la fe Católica cuando afirma : Porque Cristo, nuestro Redentor dijo que lo que ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la Iglesia esta convicción que declara de nuevo el Santo Concilio de la siguiente manera : Por la consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la substancia del pan en substancia del Cuerpo de Cristo Nuestro Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre, la Iglesia Católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio TRANSUBSTANCIACIÓN.

Numeral 1412
Los signos esenciales del Sacramento Eucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el Presbítero pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la ultima Cena : ESTO ES MI CUERPO QUE SERA ENTREGADO POR VOSOTROS. ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA QUE SERA DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Numeral 1413
Por la consagración se realiza la Transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, esta presente de manera verdadera, real y substancial, son su Cuerpo, su Alma, su Sangre y su Divinidad.

ACOTACIONES HISTÓRICAS

Inocencio III fue Papa desde 1198 hasta 1216, fue autor de diversos ensayos de carácter místico como LAS MISERIAS DE LA CONDICIÓN HUMANA y LOS MISTERIOS DE LA EUCARISTÍA estos escritos se consideran eruditos pero carentes de originalidad.

Durante su mandato tuvo lugar el IV Concilio de Letran. Entre sus 70 decretos se ofrece una definición de la Eucaristía en la que aparece la expresión de no transubstanciación correspondiente al verbo transsubstantis, sin embargo ello no significa que solo a partir de entonces se creyera en la presencia real de Cristo en la Eucaristía permaneciendo las apariencias del pan y del vino. Este Concilio es testimonio de como la Iglesia Católica ha ido creciendo en su comprensión de la doctrina eucarística, no es ninguna invención sino mas bien fruto del esfuerzo por entender mejor que es lo que ocurre en la consagración.

Ciertos Cataros sostenían que Cristo cambio el pan en su Cuerpo, pero que solo lo hizo El, mientras que otros por su parte decían que la Eucaristía no es nada de ello. Hay que entender que este Concilio no se podría comprender sin las controversias que lo preceden.

A raíz de la herejía de Berengario de Tours tiene lugar un estudio mas profundo sobre el misterio eucarístico y es a partir del año 1059 cuando se aprecia claramente en Berengario su tendencia a negar la presencia del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía.

Fulberto de Chartres fue de hecho el que primero utilizo la expresión MUTARE IN CORPUS SUBSTANTIAM, así como se aprecia algo similar en las obras de Lanfranco y Gritmundo de Aversa, Lanfranco ya habla de un cambio substancial " las substancias terrenas se convierten en la esencia del Cuerpo de Cristo, mientras que permanece la forma exterior" este termino especie nos introduce en la terminología substantia.

Por su parte Gritmundo de Aversa habla también de SUBSTANTIALITER TRANSMUTARI y distingue con ello claramente entre la substancia que se cambia y los accidentes que permanecen.

Según la narración de los Sinopticos y de Pablo, Jesús tomo el pan y el vino, se lo distribuyo a los suyos y les dijo : ESTO ES MI CUERPO QUE SERA ENTREGADO POR VOSOTROS. ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA QUE SERA DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Para que estas expresiones sean verdaderas, hay que admitir que el pan ya no es simplemente pan y que el vino ya no es simplemente vino. San Ignacio de Antioquia escribe contra los que no creen que Cristo haya asumido la carne humana y por ello es que niegan la Eucaristía pues no confiesan que la Eucaristía entra en la Cena de Nuestro Salvador Jesucristo, pues bien, escribe de la siguiente manera : Los que contradicen el don de Dios, litigando, mueren, mas les convendría creer y amar para poder así resucitar.

Por su parte San Justino hablando de la Eucaristía dice : Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía del cual a ningún otro es licito participar, sino al que cree que nuestra doctrina es verdadera, ya que ha sido purificada por el Bautismo para el Perdón de los Pecados y la regeneración y que se vive como Cristo enseño. Estas cosas no la tomamos como pan ordinario ni como bebida ordinaria, sino que así como el Verbo de Dios, que se encarno, tomo carne y sangre para nuestra salvación así también se nos ha enseñado que el alimento eucarístico mediante la palabra de oración que precede de el, es la Carne y la Sangre de aquel Jesús que se encarno.

San Irineo dice por su parte ¿ Como pues, les constara, que este pan es en el que han sido dadas las gracias, es el Cuerpo del Señor y el Cáliz de su Sangre, si no dicen que El es el Hijo del Hacedor del mundo, su Verbo, por el cual el leño fructifica y las fuentes manan, y la tierra da primero tallo y después espigas y finalmente trigo pleno en la espiga ?

De la misma manera San Irineo le pregunta enfáticamente a todos los herejes ¿ Como es que ellos no admiten la Resurrección de la carne, siendo que en la Eucaristía nos alimentamos de la Carne resucitada de Cristo ?

Finalmente San Agustín dice : Lo que veis queridos hermanos, en la mesa del Señor es pan y vino, pero este pan y este vino, al añadirsele la palabra, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, si quitas la palabra es pan y vino, si añades la palabra ya es otra cosa, y esta otra cosa es el Cuerpo y la Sangre de Cristo, quitas la palabra y es pan y vino, añades la palabra y se hace el Sacramento.

En resumidas cuentas para los hermanos separados, conocidos también como protestantes, la Eucaristía es simplemente un recuerdo, mientras que para nosotros los católicos además de ser un recuerdo es una vivencia, en donde el sacrificio de la Cruz se hace una y otra vez presente, solo con la diferencia de que este sacrificio es incruento. Es por todo esto que los protestantes no celebran la Misa, solo recuerdan un memorial.

Observemos que Cristo ofreciendo el pan y el vino a sus Apóstoles les dice que coman su Cuerpo y beban su Sangre, esto quiere decir que el acaba de hacer un gran milagro de transformación Para los que creemos que El es Dios, que lo pude hacer todo, no hay problema para aceptar que este pan ya no es pan sino mas bien el Cuerpo de Cristo, y que este vino ya no es vino sino la Sangre de Cristo.

Para que no quede pues ninguna duda sobre esta interpretación de las palabras de Cristo a este propósito veamos como los Apóstoles y las primeras Comunidades Cristianas aceptaron este ofrecimiento del Señor y en los Hechos de los Apóstoles observemos como se reunen para compartir la fracción del pan.

Por otra parte al decir Jesús : Haced esto en recuerdo mio, esta dando una orden y confiere poderes para hacerlo, aquí es cuando necesitamos tener mas fe, para aceptar que esto lo pueden hacer los hombres. Hay que tener muy presente que en todos los Sacramentos, el que actúa el que transforma, el que todo lo puede es siempre Cristo, no somos los hombres, Cristo se sirve de ellos para realizar estas maravillas divinas.

Ese Cuerpo partido y esa Sangre derramada sellan la Nueva Alianza entre Dios y los hombres. La Antigua Alianza había sido firmada por el pueblo mediante la aspersión de la sangre de los animales que Moisés había mandado sacrificar después de haber promulgado los Diez Mandamientos. Ahora bien mediante la Sangre de Cristo, se firma el nuevo pacto entre Dios y los hombres, y lo maravilloso de todo esto es que esa misma firma, no otra, se actualiza para cada uno de nosotros mediante la celebración de la Cena del Señor, que nosotros llamamos impropiamente Misa.
Participar en la Santa Misa o Santa Eucaristía no es como ir a ver un espectáculo sino mas que todo unirse al culto mas grande que el hombre pueda realizar, porque no es el ofrecimiento de oraciones u obras buenas lo que el hace, es el ofrecimiento mismo de Cristo al cual el hombre se une mediante la aceptación de la Palabra de Dios, de la Oblación de si mismo y de la recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor.

Es importante hacer notar que el verbo Eucharistein se acerca mas a la palabra Eucaristía que a la Palabra Santa Cena.