FUENTE INAGOTABLE DE LUZ

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¡ILUMÍNANOS!

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO
Sagrados Corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto,

jueves, 26 de febrero de 2015

MUERTE DE JESÚS DE NAZARET EN IRAQ. ORAD, LLORAD.


12 AGOSTO 2014

Hay obligación de llorar. De gemir. De dar alaridos. Nuestros hermanos de Iraq, carne nuestra en nuestro cuerpo la Iglesia, son ahora mismo víctimas de las peores atrocidades. Hay estricta obligación de lo más eficaz: rezar gimiendo a Dios porque nuestra carne nos duele.- Reproduzco, con adaptaciones, un artículo deACIPRENSA y añado algo más.

Foto: Alberto Chinchilla / ACI Prensa
Papa Francisco. Foto: Alberto Chinchilla / ACI PrensaVATICANO, 10 ago 2014
Concluido el rezo del Ángelus, el Papa Francisco hizo un nuevo llamado a la paz en Tierra Santa y en Irak, y aseguró que la violenta persecución que sufren los cristianos en ese país «ofende gravemente a Dios y a la humanidad».
El 8 de agosto, un sacerdote que se identificó como el P. Nawar, original de Qaraqosh (Iraq), en las planicies de Nínive -considerada la capital cristiana de Irak-, lamentó que más de cien mil cristianos habían abandonado esta ciudad desde la noche del miércoles [se entiende el 6], en que fue tomada por las fuerzas del Estado Islámico de Iraq y el Levante (ISIS).
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El Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS) ha crucificado a ocho hombres en un pueblo cerca de Alepo, Siria, por dejar el Islam. Un grupo del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos informa de que los hombres fueron ejecutados el sábado y estarán expuestos al público durante tres días, en la plaza del pueblo, en Deir Hafer.

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No está claro si murieron antes de la crucifixión. Un noveno cristiano fue crucificado con vida durante ocho horas por dar «falso testimonio» en la localidad de Al-Bab . Sobrevivió. ISIS ha utilizado las crucifixiones como castigo por apostasía.
Muchos de estos cristianos que escapan de la persecución de extremistas islámicos van a pie, sin comida, dinero ni agua, dijo.
El P. Nawar denunció que «la gente no se puede quedar en Irak, porque hay muerte para quien se quede».
De acuerdo con informes de la BBC, los militantes del Estado Islámico han derrumbado cruces y quemado manuscritos religiosos, tras tomar la ciudad.
En declaraciones a la cadena CNN, Mark Arabo, líder de la comunidad caldea, denunció que losyihadistas del Estado Islámico (ISIS) están decapitando niños cristianos en Mosul, colgando a sus padres y violando a las mujeres, las cuales –informó por otro lado un portavoz de la Media Luna Roja– son secuestradas para venderlas como esclavas.
El Papa Francisco confesó que «nos dejan pasmados y consternados las noticias que llegan de Iraq: miles de personas, entre ellas tantos cristianos, expulsados de sus hogares de una manera brutal; niños que mueren de sed y de hambre durante la fuga; mujeres secuestradas; personas masacradas; violencias de todo tipo; destrucción por todas partes, de casas, de patrimonios religiosos, históricos y culturales».
«¡Todo esto ofende gravemente a Dios y a la humanidad! ¡No se odia en nombre de Dios! ¡No se hace la guerra en nombre de Dios! Todos nosotros, pensando en esta situación, en esta gente, recemos en silencio».
Francisco también expresó su agradecimiento «a los que, con valentía, están brindando socorro a estos hermanos y hermanas, y confío en que una solución política eficaz de nivel internacional y local pueda detener estos crímenes y restaurar el derecho».
«Para asegurar mejor mi cercanía a esas queridas poblaciones, he nombrado como mi enviado personal, que mañana viajará desde Roma a Iraq, al cardenal Fernando Filoni.»
El Papa recordó que «también en Gaza, después de una tregua, se ha reanudado la guerra, que se cobra víctimas inocentes (niños) y no hace más que empeorar el conflicto entre israelíes y palestinos.
»Oremos juntos al Dios de la paz, por intercesión de la Virgen María: Dona la paz, Señor, a nuestros días, y haz que seamos constructores de justicia y de paz. ¡Reina de la paz, ruega por nosotros!
»Oremos también por las víctimas del virus “Ébola” y por aquellos que están luchando para detenerlo», pidió, para concluir pidiendo oraciones por su próximo viaje a Corea del Sur, del 14 al 18 de agosto.

¿Crees en un Dios que murió crucificado? Te crucifico.
Vemos a hombres que, como son cristianos, son crucificados. Los ejecutores no lo entienden así, pero están vengándose de que Dios se hiciera hombre para redimirnos y, pudiendo redimirnos de mil formas, lo hiciera dejándose la sangre en una cruz para hacer evidente su amor: porque «nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13), o, como una vez oí, «la sangre es el único don de cuya generosidad nadie puede tener ninguna duda». Y los ejecutores no lo saben, pero murió también por ellos. Se están vengando de que Dios los ame.
Y Dios llora por los flagelados, pero también por los flagelantes. Orad, pues, por los que pierden sus cuerpos, o sus casas, o su tierra. Pero orad también por los que pueden perder sus almas. Para ellos, esto es peor:  y eso es una evidencia.
Por último, dejadme decir que yo estoy ya muy perdido, y no sé qué pensar del complejísimo problema musulmán en sus muchas facetas, entre ellas su presencia en España. Pero pensara lo que pensara, pensaría siempre ante todo que soy cristiano y que mi ley es el amor, y mi distintivo ante todos los hombres es el perdón. También cuando me crucifican los hermanos y las lágrimas.
Y ahora doy gracias a María Santísima, que me ha permitido hacer algo, aunque mínimo, por los hermanos que me arrancan. Todo esto no pasaría si rezáramos más. Rezad por que yo rece.

AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA, fundación dependiente de la Santa Sede cuya misión está perfectamente expresada en su nombre, está pidiéndonos nuestra ayuda económica para estos hermanos, que la necesitan para sustentarse en su huida y para cubrir sus necesidades. Os proporciono un sitio a través del cual ofrecerla: pinchad aquí.

Cuando hayáis terminado, cerrad los ojos y sabed que Jesús está besándoos.

viernes, 20 de febrero de 2015

Sor Amada de Jesús - LOS DOCE GRADOS DEL SILENCIO

LOS DOCE GRADOS DEL SILENCIO
Sor Amada de Jesús
La vida interior podría consistir en esta sola palabra

¡Silencio! El silencio prepara los santos; él los comienza, los continúa y, los acaba. Dios, que es eterno, no dice más que una sola palabra, que es el Verbo. Del mismo modo, sería deseable que todas nuestras palabras digan Jesús directa o indirectamente. Esta palabra: silencio ¡cuán hermosa es!
1° Hablar poco a las creaturas y mucho a Dios
Este es el primer paso, pero indispensable, en las vías solitarias del silencio. En esta escuela es donde se enseñan los elementos que disponen a la unión divina. Aquí el alma estudia v profundiza esta vírtud, en el espíritu del Evangelio, en el espíritu de la Regla que abrazó, respetando los lugares consagrados las personas, y sobre todo esta lengua en que tan a menudo descansa el Verbo o la Palabra del Padre, el Verbo hecho carne. Silencio al mundo, silencio a las noticias, silencio con las almas más justas: la voz de un Angel turbó a María...
2° Silencio en el trabajo, en los movimientos
Silencio en el porte, silencio de los ojos, de tos oídos, de la voz; silencio de todo el ser exterior, que prepara al alma a pasar a Dios. El alma merece tanto como puede, por estos primeros esfuerzos en escuchar la voz del Señor. ¡Qué bien recompensado es este primer paso!
Dios la llama al desierto, y por eso.; en este segundo estado, el alma aparta todo lo que podría distraerla; se aleja del ruido, y huye sola hacia Aquél que solo es. Allí ella saboreará las primicias de la unión divina y el celo de su Dios. Es el silencio del recogimiento, o el recogimiento en el silencio.
3° Silencio de la imaginación
Esta facultad es la primera en llamar a la puerta cerrada, del jardín del Esposo; con ella vienen las emociones ajenas, las vagas impresiones, las tristezas. Pero en este lugar retirado, el alma dará al Bien Amado pruebas de su amor. Presentará a esta potencia, que no puede ser destruida, las bellezas del cielo, los encantos de su Señor, las escenas del Calvario, las perfecciones de su Dios. Entonces, también ella permanecerá en el silencio, y será la sirvienta silenciosa del Amor divino.
4° Silencio de la memoria
Silencio al pasado... olvido. Hay que saturar esta facultad con el recuerdo de las misericordias de Dios... Es el agradecimiento en el silencio, es el silencio de la acción de gracias.
5° Silencio a las creaturas
¡Oh, miseria de nuestra condición presente! A menudo el alma, atenta a sí misma, se sorprende conversando interiormente con las creaturas, respondiendo en su nombre. ¡Oh, humillación que hizo gemir a los santos! En ese momento esta alma debe retirarse dulcemente a las más íntimas profundidades de este lugar escondido, donde descansa la Majestad inaccesible del Santo de los santos, y donde Jesús, su consolador v su Dios, se descubrirá a ella, le revelará sus secretos, v le hará probar la bienaventuranza futura. Entonces le dará un amargo disgusto para todo lo que no es El, y todo lo que es de la tierra. dejará poco a poco de distraerla.
6° Silencio del corazón
Si la lengua está muda, si los sentidos se encuentran en la calma, si la imaginación, la memoria y las creaturas se callan y hacen silencio, si no alrededor, si al menos en lo íntimo de esta alma de esposa, el corazón hará poco ruido. Silencio de los afectos, de las antipatías, silencio de los deseos en lo que tienen de dema siado ardiente, silencio del celo en lo que tiene de indiscreto; silencio del fervor en lo que tiene de exagerado: silencio hasta en los suspiros... Silencio del amor en lo que tiene de exaltado, no de esa exaltación de que Dios es autor, sino de aquella en que se mezcla la naturaleza. El silencio del amor, es el amor en el silencio...
Es el silencio ante Dios, suma belleza, bondad, perfección... Silencio que no tiene nada de molesto, de forzado; este silencio no daña a la ternura, al vigor de este amor, de modo semejante a como el reconocimiento de las faltas no daña tampoco al silencio de la humildad, ni el batir de las alas de los ángeles de que habla el profeta al silencio de su obediencia, ni el fiat al silencio de Getsemaní, ni el Sanctus eterno al silencio de los serafines...
Un corazón en el silencio es un corazón de virgen, es una melodía para el corazón de Dios. La lámpara se consume sin ruido ante el Sagrario, y el incienso sube en silencio hasta el trono del Salvador: así es el silencio del amor. En los grados precedentes, el silencio era todavía la queja de la tierra; en éste el alma, a causa de su pureza, empieza a aprender la primera nota de este cántico sagrado que es el cántico de los cielos.
7° Silencio de la naturaleza, del amor propio
Silencio a la vista de la propia corrupción, de la propia incapacidad. Silencio del alma que se complace en su bajeza. Silencio a las alabanzas, a la estima. Silencio ante los desprecios, las preferencias, las murmuraciones; es el silencio de la dulzura y de la humildad. Silencio de la naturaleza ante las alegrías o los placeres. La flor se abre en silencio y su perfume alaba en silencio al creador: el alma interior debe hacer lo mismo. Silencio de la naturaleza en la pena o en la contradicción. Silencio en los ayunos, en las vigilias, en las fatigas, en el frío y el calor. Silencio en la salud, en la enfermedad, en la privación de todas las cosas: es el silencio elocuente de la verdadera pobreza y de la penitencia; es el silencio tan amable de la muerte a todo lo creado y humano. Es el silencio del yo humano transformándose en el querer divino. Los estremecimientos de la naturaleza no podrían turbar este silencio, porque está por encima de la naturaleza.
8° Silencio del espíritu
Hacer callar los pensamientos inútiles, los pensamientos agradables y naturales; sólo éstos dañan al silencio del espíritu, y, no el pensamiento en sí mismo, que no puede dejar de existir. ¡Nuestro espíritu quiere la verdad, y nosotros le damos la mentira! ¡Ahora bien, la verdad esencial es Dios! ¡Dios basta a su propia inteligencia divina, y no basta a la pobre inteligencia humana!
Por lo que mira a una contemplación de Dios sostenida, inmediata, no es posible en la debilidad de la carne, a no ser que Dios conceda un puro don de su bondad; pero el silencio en los ejercicios propios del espíritu consiste; en relación a la fe, en contentarse con su luz oscura. Silencio a los razonamientos sutiles que debilitan la voluntad v disecan el amor. Silencio en la intención: pureza, simplicidad; silencio a las búsquedas personales; en la meditación, silencio a la curiosidad; en la oración, silencio a las propias operaciones, que no hacen más que obstaculizar la obra de Dios. Silencio al orgullo que se busca en todo, siempre y en todas partes; que quiere lo bello, el bien, lo sublime; es el silencio de la santa simplicidad; del desprendí-miento total de la rectitud.
Un espíritu que combate contra tales enemigos es semejante a esos ángeles que ven sin cesar la Faz de Dios. Esta es la inteligencia, siempre en el silencio, que Dios eleva hasta sí.
9° Silencio del juicio
Silencio cuanto a las personas, silencio cuanto a las cosas. No juzgar, no dejar ver la propia opinión. No tener opinión a veces, es decir, ceder con simplicidad, si nada se opone a ello por prudencia o por caridad. Es el silencio de la bienaventurada. y santa infancia, es el silencio de los perfectos, el silencio de los ángeles y de los arcángeles, cuando siguen las órdenes de Dios. ¡Es el silencio del Verbo encarnado!
10° Silencio de la voluntad
El silencio a los mandamientos, el silencio a las santas leyes de la regia, no es, por decirlo así, más que el silencio exterior de la propia. Voluntad. El Señor tiene algo que enseñarnos de mas profundo y de más difícil: el silencio del esclavo bajo los golpes de su amo. Pero ¡feliz esclavo, pues el Amo es Dios! Este silencio es el de la víctima sobre el altar, es el silencio del cordero que es despojado de su vellocino, es el silencio en las tinieblas, silencio que impide pedir la luz, al menos la que alegra. Es el silencio en las angustias del corazón, en los dolores del alma.; el silencio de un alma que se vio favorecida por su Dios, y que, sintiéndose rechazada por El; no pronuncia ni siquiera estas palabras: ¿Por qué? ¿Hasta cuándo? Es el silencio en el abandono, el silencio bajo la severidad de la mirarla de Dios, bajo el peso de su mano divina; el silencio sin otra queja que la del amor. Es el silencio de la crucifixión, es más que el silencio de los mártires, es el silencio de la agonía de Jesucristo. Si, este silencio es su divino silencio, y nada es comparable a su voz, nada resiste a su oración, nada es más digno de Dios que esta clase de alabanza en el dolor, que este fiat en el lagar; que este silencio en el trabajo de la muerte.
Mientras esta voluntad humilde y libre, verdadero holocausto de amor, se destroza v se destruye para la gloria del nombre de Dios, El la transforma en su voluntad divina. Entonces ¿qué falta para su perfección? ¿Qué se requiere todavía para la unión? ¿Qué falta para que Cristo sea acabado en esta alma? Dos cosas: la primera es el último suspiro del ser humano, la segunda es una dulce atención al Bien Amado cuyo beso divino es la inefable recompensa.
11° Silencio consigo mismo
No hablarse interiormente, no escucharse, no quejarse ni consolarse. En una palabra, callarse consigo mismo, olvidarse a si mismo, dejarse solo, completamente solo con Dios; huirse, separarse de sí mismo. Este es el silencio más difícil, y sin embargo es esencial para unirse a Dios tan perfectamente como pueda hacerlo una pobre creatura, que, con la gracia, llega a menudo hasta aquí, pero se detiene en este grado, por que no lo comprende y lo practica menos aún. Es el silencio de la nada. Es más heroico que el silencio de la muerte.
12° Silencio con Dios
Al comienzo Dios decía al alma: "Habla poco a las creaturas y mucho conmigo”. Aquí le dice. "No me hables más”. El silencio con Dios es adherirse a Dios, presentarse y exponerse ante Dios, ofrecerse a El, aniquilarse ante El, adorarlo, amarlo, escucharlo, oírlo, descansar en El. Es el silencio de la eternidad; es la unión del alma con Dios.




viernes, 13 de febrero de 2015

Lo que Ocurre en la Santa Misa - Preparando la Cuaresma - Tiempo de reconciliación

Que Dios todopoderoso escuche nuestra oración para vivir una cuaresma llena de gracias. 

A partir del 18 de Febrero estaremos de nuevo viviendo la cuaresma, que es un tiempo ideal para reconciliarnos con Dios, para hacer un alto en el camino y preguntarnos: ¿Que piensa Dios de mi? ¿Tengo mis manos llenas de obras que agradan a Dios? 

Es el tiempo ideal para dejar de complacerme  y empezar a complacer a Dios.

Es tiempo para perdonar a todos aquellos que me han hecho daño y de orar por la conversión de ellos.  

Los católicos somos diferentes al resto de la raza humana, pues nosotros no buscamos venganza, le dejamos el juicio a Dios, nosotros buscamos perdonar y cuando no podemos perdonar le pedimos a Jesús y a María que nos ayuden a perdonar aquellas cosas que parecen imperdonables… pues este es el ejemplo que nos dio nuestro Maestro y Señor quien murió pidiendo al Padre perdón por los que lo estaban matando.

También es el tiempo ideal para reconocer que no soy perfecto y para orar por todos aquellos a quienes he ofendido a lo largo de la vida.

Durante la cuaresma le invitamos a rezar el Santo Viacrucis todos los viernes, ya que esta antigua devoción nos acorta el tiempo que posiblemente pasaremos en el purgatorio y nos genera conversión.  También libera muchas almas del purgatorio y nos ayuda a tener una relación más cercana e intima con Jesús.  Aquellos que ya han recibido el Espíritu de Oración están invitados a hacer el viacrucis cada día durante la cuaresma (ósea una novena de 40 viacrucis).

Pero lo más importante de todo es ir a reconciliarnos con el Señor (confesión) e ir a la misa.



Para bajar el libro desde slideshare.net

http://es.slideshare.net/krouillong/09-la-santa-misa?next_slideshow=1


domingo, 8 de febrero de 2015

CONVERTÍOS: Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. (Mt 9, 13)


He pecado
Concupiscencia. 
Los hombres estamos inclinados al mal, porque el pecado original nos ha dejado una huella de maldad, que a pesar de que hemos sido bautizados y el pecado original se ha borrado, quedan consecuencias, es decir, inclinaciones hacia el mal, llamadas concupiscencias, de modo que nos resulta más fácil hacer el mal que hacer el bien.
Por eso como dice Job en la Sagrada Escritura: “Es milicia la vida del hombre sobre la tierra”. Por supuesto que esto es así para quien quiere mantenerse en el bien y ser bueno, cumpliendo los mandamientos, porque para quien no le importa pecar continuamente, es fácil la vida. Sin embargo quien realmente quiere mantenerse en gracia y amistad de Dios, y salvarse e ir al Cielo, tendrá un duro combate, que será más encarnizado a los principios, pues el demonio no querrá perder su presa y usará toda su maldad para hacernos acobardar y volver atrás.
Podemos caer una y mil veces en pecado, pero lo que no debemos hacer es abandonarnos a esta realidad, porque en el Cielo hay muchísimos santos que fueron más pecadores que nosotros, aunque jamás se cansaron de levantarse de sus caídas.
Caer, caeremos muchas veces quizás, pero no por eso Dios nos dejará de amar, sino por el contrario, es como que Dios mismo se “empecinará”, por decirlo de alguna manera, en ayudarnos y sacarnos del barro. Basta que tendamos la mano al Señor cada vez que caemos.


Confío en tu Misericordia
No se agota la Misericordia. 
La Misericordia de Dios no se agota por más grande y grave que haya sido nuestro pecado. Aunque fuéramos el mismo demonio, y tuviéramos todos los pecados del mundo y del universo, si nos arrepentimos y pedimos perdón a Dios, Él nos perdona, y es más, nos ayuda a que seamos grandes santos, porque justamente quienes son muy pecadores, están preparados para llegar a ser grandísimo santos. Como Lucifer, que era el más bello y potente de los ángeles, cuando cayó, cayó a lo más hondo del abismo. También  nosotros, si hemos caído muy bajo en el abismo del mal, es porque Dios nos tiene destinado un lugar muy alto en el Cielo, y si acogemos su Misericordia, entonces podremos llegar, algún día, a ocupar ese puesto de privilegio en el Cielo.
Si hemos sido osados en el mal, sin importarnos el qué dirán, ahora que Dios nos perdona, tenemos que ser también descarados en hacer el bien, para reparar el mal que hemos hecho y hacer méritos en el camino del bien.
Seamos como esos niños que rompen un juguete valioso, pero que se lo presentan al padre, confiados de que él lo puede arreglar todo. También nosotros cuando pecamos gravemente, es como que rompemos la belleza de nuestra alma. Pero Dios Padre puede arreglarlo todo y darnos una belleza muy superior a la que teníamos antes del pecado.
Nada es irreparable, absolutamente nada, siempre y cuando estemos vivos en este mundo, porque ya llegada la muerte, no hay tiempo para obtener misericordia de Dios.

Quiero cambiar
Deseo. 
El deseo de cambiar, de convertirnos, debe ser como el motor que nos impulse a poner los medios de nuestra parte, para cambiar realmente. Pero no esperemos cambiar de la noche a la mañana, porque si bien hay conversiones radicales, quizás nosotros tengamos por el momento sólo el deseo de cambiar. Por algo se empieza, y el buen deseo debe ser como el motor que nos empuja a ser mejores cada día, a cada momento, porque la conversión no es un proceso de un momento, sino es algo que dura toda la vida.
Si bien dicen que el camino al Infierno está sembrado de buenos propósitos, dando a entender con ello que muchos de los que ahora padecen las penas eternas, en vida hicieron muchos buenos propósitos y promesas de cambiar, pero no los cumplieron; también es cierto que si no formulamos nunca los propósitos de ser mejores y santos, nunca lo seremos.
Así que aprovechemos cada nuevo año que comienza, cada mes, cada semana, cada día que empieza y propongámonos de ser mejores, de convertirnos más a Dios, de ser santos. Y aunque nos parezca que en lugar de avanzar, retrocedemos, por lo menos que el deseo quede intacto y siempre sea el norte que nos marque el rumbo.
Recordemos que si tenemos el deseo de ser buenos, de ser santos, no es un deseo que nos ha brotado porque sí, sino que es Dios quien lo ha puesto en nuestro corazón. Y si Dios nos pone algo en el corazón y en la mente, es porque quiere ayudarnos a alcanzarlo, y es posible alcanzarlo. Dios no juega con nosotros ni con nuestros sentimientos.

Quiero ser perfecto
Se puede. 
Si no se pudiera llegar a ser perfectos como lo es Dios, entonces Dios directamente no lo habría mandado, porque Dios, la suma Inteligencia, no podría mandarnos algo imposible. Sin embargo Jesús en su Evangelio dice claramente: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.
Siendo las cosas así, tenemos que lanzarnos a la cima de la perfección, porque si Dios lo quiere, y lo manda, es señal de que es no sólo posible, sino relativamente fácil, ya que lo manda a todos los hombres, no a un grupo de elegidos o a personas especiales, sino a todos los hombres sin distinción de edad ni condición.
Entonces ya no tenemos excusas para no ser perfectos, porque con nuestro deseo y la ayuda de Dios, si ponemos los medios necesarios, entonces llegaremos a ser santos, porque Dios morará en nosotros y seremos como Dios, no como lo sugirió el demonio a nuestros primeros padres, sino a la manera de Dios.
No debemos detenernos diciendo: “Yo ya llegué a la perfección”, porque justamente esa frase nos indicaría que todavía somos muy imperfectos, al menos no humildes.
Tenemos que seguir perfeccionándonos toda nuestra vida, porque comparados con Dios, siempre tenemos modo de perfeccionarnos más para alcanzar el divino modelo.
Hay que apuntar bien alto en la vida espiritual, para que al menos lleguemos a lo básico en nuestra santificación, pues si apuntamos bajo, quizás no nos alcance ni siquiera para salvarnos del Infierno.

Oración De La Santa Cruz

Oración De La Santa Cruz: "Con Este Signo Vencerás" - Dijo Una Voz Celestial




Dios Todopoderoso que habéis sufrido la muerte en el árbol particular por todos mis pecados, ven conmigo Santa Cruz y Jesucristo, tened piedad de nosotros.

Santa Cruz de Jesucristo, aparta de mí toda arma cortante.

Santa Cruz de Jesucristo, vierte sobre mí todo bien.

Santa Cruz de Jesucristo, aparta de mí todo mal.

Santa Cruz de Jesucristo, procuradme salud.

Santa Cruz de Jesucristo, aparta de mí todo atentado de muerte.

Santa Cruz de Jesucristo, guardadme de accidentes corporales y temporales y que yo adore la Santa Cruz de Jesucristo para siempre.

Jesucristo de Nazareth Crucificado, tened piedad de mí por todos los siglos de los siglos.

Haced que el invencible espíritu maligno se aparte de mí


Esta plegaria fue hallada en 1505 en el sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo y enviada a San Miguel en Francia.

Aquel que lea esta plegaria, que la oiga leer, que la publique o que la lleve encima, no morirá en pecado mortal, no se ahogará ni se quemará, ni ningún vecino le hará daño, ni tampoco caerá nunca en poder de sus enemigos y no será vencido en las batallas.

Una mujer que vaya de parto y oiga leer esta plegaria o la lleve encima librará felizmente al recién nacido.

Poniendo esta plegaria en el costado derecho quedará preservado de un gran número de accidentes.

Todo el que lleve esta plegaria encima será guardado de epilepsia y cuando en la calle vea a una persona atacada de dicha enfermedad, se pone esta plegaria en su costado derecho y quedará instantáneamente sano levantándose con alegría.

Aquel que ha escrito esta plegaria para él o para otros, lo bendecirá el Señor y el que burle o haga sarcasmo, hará penitencia, deberá hacerla.



Siempre que esta plegaria esté depositada o colocada en una casa, será libre de truenos y rayos. Y aquel que diariamente la lea será avisado por tres días y promovido por medio de un signo divino en la hora de la muerte que será la del reposo eterno.

sábado, 7 de febrero de 2015

María Auxiliadora




ORACIÓN A MARÍA AUXILIADORA
(Compuesta por San Juan Bosco)
 
¡Oh María Virgen poderosa!
Tú, la grande e ilustre defensora de la Iglesia;
Tú, Auxiliadora del pueblo cristiano;
Tú, terrible como un ejército en orden de batalla;
Tú, que sola destruyes los errores del mundo,
defiéndenos en nuestras angustias,
auxílianos en nuestras luchas,
socórrenos en nuestras necesidades,
y en la hora de la muerte, recíbenos en el eterno gozo. Amén