FUENTE INAGOTABLE DE LUZ

FUENTE INAGOTABLE DE LUZ
¡ILUMÍNANOS!

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO
Sagrados Corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto,

jueves, 25 de octubre de 2012

ANIMAS DEL PURGATORIO


ALMAS DEL PURGATORIO
 NOVENA







[alma llevada al cielo de W. A. Bouguereau]
Alma llevada al cielo. 1878. A. W. Bouguereau.
Cortesía de 
ArtMagic

Rezar la oración del día que corresponda:
DÍAS
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ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS


Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio.
V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.

Padrenuestro.
V. De la puerta del infierno
R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.

DÍA PRIMERO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta: te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que por no haberla tenido se están purificando en el purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre purísima y de San José.
Terminar con la oración final y el responso.

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DÍA SEGUNDO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos que en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia: te suplicamos nos unas más y más contigo y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos del cielo.
Terminar con la oración final y el responso.

__________

DÍA TERCERO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que pecan castigas con justicia en esta vida o en la otra: concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y por amor del regalo, satisfacer en esta vida y están padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos pronto a su descanso.
Terminar con la oración final y el responso.

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DÍA CUARTO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que exiges la penitencia aun de los pecados veniales en este mundo o en el otro: danos temor santo de los pecados veniales y en misericordia de los que, por haberlos cometido, están ahora purificándose en el purgatorio y líbralos a ellos y a todos los pecadores de sus penas, llevándoles a la gloria eterna.
Terminar con la oración final y el responso.

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DÍA QUINTO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bastante caridad con el pobre, castigas en la otra con la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno.
Terminar con la oración final y el responso.

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DÍA SEXTO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos: te rogamos por todas las ánimas del purgatorio, pero especialmente por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos está novena, para que logren el descanso eterno.
Terminar con la oración final y el responso.

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DÍA SÉPTIMO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que no se preparan a tiempo para la muerte, recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida pasada, los purificas en el purgatorio con terribles tormentos: te suplicamos, Señor, por los que murieron sin prepararse y por todos los demás, rogándote que les concedas a todos ellos la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sacramentos.
Terminar con la oración final y el responso.

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DÍA OCTAVO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la gloria, los retienes apartados del premio, para que se purifiquen de su negligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso, sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de tu presencia, y a nosotros concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no deseemos desordenadamente los
terrenos.

Terminar con la oración final y el responso.

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DÍA NOVENO [Ir al principio de esta página]

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio anhelando la hora de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a tu lado y; mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falta para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragios, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reciban de tus manos su libertad y la gloria eterna.
Terminar con la oración final y el responso.

martes, 16 de octubre de 2012

CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE MOTU PROPRIO


CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE MOTU PROPRIO
PORTA FIDEI
DEL SUMO PONTÍFICE
BENEDICTO XVI
CON LA QUE SE CONVOCA EL AÑO DE LA FE

1. «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.
2. Desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he recordado la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. En la homilía de la santa Misa de inicio del Pontificado decía: «La Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, como Cristo han de ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud»[1]. Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado[2]. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas.
3. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn4, 14). Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6, 51). En efecto, la enseñanza de Jesús resuena todavía hoy con la misma fuerza: «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna» (Jn6, 27). La pregunta planteada por los que lo escuchaban es también hoy la misma para nosotros: «¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» (Jn 6, 28). Sabemos la respuesta de Jesús: «La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado» (Jn 6, 29). Creer en Jesucristo es, por tanto, el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación.
4. A la luz de todo esto, he decidido convocar un Año de la fe. Comenzará el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. En la fecha del 11 de octubre de 2012, se celebrarán también los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por mi Predecesor, el beato Papa Juan Pablo II,[3]con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe. Este documento, auténtico fruto del Concilio Vaticano II, fue querido por el Sínodo Extraordinario de los Obispos de 1985 como instrumento al servicio de la catequesis[4], realizándose mediante la colaboración de todo el Episcopado de la Iglesia católica. Y precisamente he convocado la Asamblea General del Sínodo de los Obispos, en el mes de octubre de 2012, sobre el tema de La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Será una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe. No es la primera vez que la Iglesia está llamada a celebrar un Año de la fe. Mi venerado Predecesor, el Siervo de Dios Pablo VI, proclamó uno parecido en 1967, para conmemorar el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en el décimo noveno centenario de su supremo testimonio. Lo concibió como un momento solemne para que en toda la Iglesia se diese «una auténtica y sincera profesión de la misma fe»; además, quiso que ésta fuera confirmada de manera «individual y colectiva, libre y consciente, interior y exterior, humilde y franca»[5]. Pensaba que de esa manera toda la Iglesia podría adquirir una «exacta conciencia de su fe, para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para confesarla»[6]. Las grandes transformaciones que tuvieron lugar en aquel Año, hicieron que la necesidad de dicha celebración fuera todavía más evidente. Ésta concluyó con la Profesión de fe del Pueblo de Dios[7], para testimoniar cómo los contenidos esenciales que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes tienen necesidad de ser confirmados, comprendidos y profundizados de manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio coherente en condiciones históricas distintas a las del pasado.
5. En ciertos aspectos, mi Venerado Predecesor vio ese Año como una «consecuencia y exigencia postconciliar»[8], consciente de las graves dificultades del tiempo, sobre todo con respecto a la profesión de la fe verdadera y a su recta interpretación. He pensado que iniciar el Año de la fecoincidiendo con el cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II puede ser una ocasión propicia para comprender que los textos dejados en herencia por los Padres conciliares, según las palabras del beato Juan Pablo II, «no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia. […] Siento más que nunca el deber de indicar el Concilio como la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza»[9]. Yo también deseo reafirmar con fuerza lo que dije a propósito del Concilio pocos meses después de mi elección como Sucesor de Pedro: «Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia»[10].
6. La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó. Precisamente el Concilio, en la Constitución dogmática Lumen gentium, afirmaba: «Mientras que Cristo, “santo, inocente, sin mancha” (Hb 7, 26), no conoció el pecado (cf. 2 Co 5, 21), sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo (cf. Hb 2, 17), la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación, y busca sin cesar la conversión y la renovación. La Iglesia continúa su peregrinación “en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios”, anunciando la cruz y la muerte del Señor hasta que vuelva (cf. 1 Co 11, 26). Se siente fortalecida con la fuerza del Señor resucitado para poder superar con paciencia y amor todos los sufrimientos y dificultades, tanto interiores como exteriores, y revelar en el mundo el misterio de Cristo, aunque bajo sombras, sin embargo, con fidelidad hasta que al final se manifieste a plena luz»[11].
En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (cf. Hch 5, 31). Para el apóstol Pablo, este Amor lleva al hombre a una nueva vida: «Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva» (Rm 6, 4). Gracias a la fe, esta vida nueva plasma toda la existencia humana en la novedad radical de la resurrección. En la medida de su disponibilidad libre, los pensamientos y los afectos, la mentalidad y el comportamiento del hombre se purifican y transforman lentamente, en un proceso que no termina de cumplirse totalmente en esta vida. La «fe que actúa por el amor» (Ga 5, 6) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre (cf. Rm 12, 2;Col 3, 9-10; Ef 4, 20-29; 2 Co 5, 17).
7. «Caritas Christi urget nos» (2 Co 5, 14): es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la mente de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos. Como afirma san Agustín, los creyentes «se fortalecen creyendo»[12]. El santo Obispo de Hipona tenía buenos motivos para expresarse de esta manera. Como sabemos, su vida fue una búsqueda continua de la belleza de la fe hasta que su corazón encontró descanso en Dios.[13]Sus numerosos escritos, en los que explica la importancia de creer y la verdad de la fe, permanecen aún hoy como un patrimonio de riqueza sin igual, consintiendo todavía a tantas personas que buscan a Dios encontrar el sendero justo para acceder a la «puerta de la fe».
Así, la fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida que abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que se experimenta siempre como más grande porque tiene su origen en Dios.
8. En esta feliz conmemoración, deseo invitar a los hermanos Obispos de todo el Orbe a que se unan al Sucesor de Pedro en el tiempo de gracia espiritual que el Señor nos ofrece para rememorar el don precioso de la fe. Queremos celebrar este Año de manera digna y fecunda. Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo. Tendremos la oportunidad de confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo; en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre. En este Año, las comunidades religiosas, así como las parroquiales, y todas las realidades eclesiales antiguas y nuevas, encontrarán la manera de profesar públicamente el Credo.
9. Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía, que es «la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza»[14]. Al mismo tiempo, esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada[15], y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo en este Año.
No por casualidad, los cristianos en los primeros siglos estaban obligados a aprender de memoria el Credo. Esto les servía como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido con el bautismo. San Agustín lo recuerda con unas palabras de profundo significado, cuando en unsermón sobre la redditio symboli, la entrega del Credo, dice: «El símbolo del sacrosanto misterio que recibisteis todos a la vez y que hoy habéis recitado uno a uno, no es otra cosa que las palabras en las que se apoya sólidamente la fe de la Iglesia, nuestra madre, sobre la base inconmovible que es Cristo el Señor. […] Recibisteis y recitasteis algo que debéis retener siempre en vuestra mente y corazón y repetir en vuestro lecho; algo sobre lo que tenéis que pensar cuando estáis en la calle y que no debéis olvidar ni cuando coméis, de forma que, incluso cuando dormís corporalmente, vigiléis con el corazón»[16].
10. En este sentido, quisiera esbozar un camino que sea útil para comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos de entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios. En efecto, existe una unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento. El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de esta realidad cuando escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa» (cf. Rm 10, 10). El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo.
A este propósito, el ejemplo de Lidia es muy elocuente. Cuenta san Lucas que Pablo, mientras se encontraba en Filipos, fue un sábado a anunciar el Evangelio a algunas mujeres; entre estas estaba Lidia y el «Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo» (Hch 16, 14). El sentido que encierra la expresión es importante. San Lucas enseña que el conocimiento de los contenidos que se han de creer no es suficiente si después el corazón, auténtico sagrario de la persona, no está abierto por la gracia que permite tener ojos para mirar en profundidad y comprender que lo que se ha anunciado es la Palabra de Dios.
Profesar con la boca indica, a su vez, que la fe implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree. La Iglesia en el día de Pentecostés muestra con toda evidencia esta dimensión pública del creer y del anunciar a todos sin temor la propia fe. Es el don del Espíritu Santo el que capacita para la misión y fortalece nuestro testimonio, haciéndolo franco y valeroso.
La misma profesión de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario. En efecto, el primer sujeto de la fe es la Iglesia. En la fe de la comunidad cristiana cada uno recibe el bautismo, signo eficaz de la entrada en el pueblo de los creyentes para alcanzar la salvación. Como afirma elCatecismo de la Iglesia Católica: «“Creo”: Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. “Creemos”: Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. “Creo”, es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: “creo”, “creemos”»[17].
Como se puede ver, el conocimiento de los contenidos de la fe es esencial para dar el propioasentimiento, es decir, para adherirse plenamente con la inteligencia y la voluntad a lo que propone la Iglesia. El conocimiento de la fe introduce en la totalidad del misterio salvífico revelado por Dios. El asentimiento que se presta implica por tanto que, cuando se cree, se acepta libremente todo el misterio de la fe, ya que quien garantiza su verdad es Dios mismo que se revela y da a conocer su misterio de amor[18].
Por otra parte, no podemos olvidar que muchas personas en nuestro contexto cultural, aún no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo. Esta búsqueda es un auténtico «preámbulo» de la fe, porque lleva a las personas por el camino que conduce al misterio de Dios. La misma razón del hombre, en efecto, lleva inscrita la exigencia de «lo que vale y permanece siempre»[19]. Esta exigencia constituye una invitación permanente, inscrita indeleblemente en el corazón humano, a ponerse en camino para encontrar a Aquel que no buscaríamos si no hubiera ya venido[20]. La fe nos invita y nos abre totalmente a este encuentro.
11. Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II. En la Constitución apostólica Fidei depositum, firmada precisamente al cumplirse el trigésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, el beato Juan Pablo II escribía: «Este Catecismo es una contribución importantísima a la obra de renovación de la vida eclesial... Lo declaro como regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial»[21].
Precisamente en este horizonte, el Año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia CatólicaEn efecto, en él se pone de manifiesto la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil años de historia. Desde la Sagrada Escritura a los Padres de la Iglesia, de los Maestros de teología a los Santos de todos los siglos, el Catecismo ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe.
En su misma estructura, el Catecismo de la Iglesia Católica presenta el desarrollo de la fe hasta abordar los grandes temas de la vida cotidiana. A través de sus páginas se descubre que todo lo que se presenta no es una teoría, sino el encuentro con una Persona que vive en la Iglesia. A la profesión de fe, de hecho, sigue la explicación de la vida sacramental, en la que Cristo está presente y actúa, y continúa la construcción de su Iglesia. Sin la liturgia y los sacramentos, la profesión de fe no tendría eficacia, pues carecería de la gracia que sostiene el testimonio de los cristianos. Del mismo modo, la enseñanza del Catecismo sobre la vida moral adquiere su pleno sentido cuando se pone en relación con la fe, la liturgia y la oración.
12. Así, pues, el Catecismo de la Iglesia Católica podrá ser en este Año un verdadero instrumento de apoyo a la fe, especialmente para quienes se preocupan por la formación de los cristianos, tan importante en nuestro contexto cultural. Para ello, he invitado a la Congregación para la Doctrina de la Fe a que, de acuerdo con los Dicasterios competentes de la Santa Sede, redacte una Nota con la que se ofrezca a la Iglesia y a los creyentes algunas indicaciones para vivir esteAño de la fe de la manera más eficaz y apropiada, ayudándoles a creer y evangelizar.
En efecto, la fe está sometida más que en el pasado a una serie de interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad que, sobre todo hoy, reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros científicos y tecnológicos. Pero la Iglesia nunca ha tenido miedo de mostrar cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad[22].
13. A lo largo de este Año, será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado. Mientras lo primero pone de relieve la gran contribución que los hombres y las mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las comunidades a través del testimonio de su vida, lo segundo debe suscitar en cada uno un sincero y constante acto de conversión, con el fin de experimentar la misericordia del Padre que sale al encuentro de todos.
Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, «que inició y completa nuestra fe» (Hb12, 2): en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación.
Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cf. Lc 1, 38). En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él (cf. Lc 1, 46-55). Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (cf. Lc 2, 6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes (cf. Mt 2, 13-15). Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cf. Jn19, 25-27). Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón (cf. Lc 2, 19.51), los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14; 2, 1-4).
Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro (cf. Mt 10, 28). Creyeron en las palabras con las que anunciaba el Reino de Dios, que está presente y se realiza en su persona (cf.Lc 11, 20). Vivieron en comunión de vida con Jesús, que los instruía con sus enseñanzas, dejándoles una nueva regla de vida por la que serían reconocidos como sus discípulos después de su muerte (cf. Jn 13, 34-35). Por la fe, fueron por el mundo entero, siguiendo el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura (cf. Mc 16, 15) y, sin temor alguno, anunciaron a todos la alegría de la resurrección, de la que fueron testigos fieles.
Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la enseñanza de los Apóstoles, la oración y la celebración de la Eucaristía, poniendo en común todos sus bienes para atender las necesidades de los hermanos (cf. Hch 2, 42-47).
Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había trasformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores.
Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejando todo para vivir en la sencillez evangélica la obediencia, la pobreza y la castidad, signos concretos de la espera del Señor que no tarda en llegar. Por la fe, muchos cristianos han promovido acciones en favor de la justicia, para hacer concreta la palabra del Señor, que ha venido a proclamar la liberación de los oprimidos y un año de gracia para todos (cf. Lc 4, 18-19).
Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (cf.Ap 7, 9; 13, 8), han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban.
También nosotros vivimos por la fe: para el reconocimiento vivo del Señor Jesús, presente en nuestras vidas y en la historia.
14. El Año de la fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad. San Pablo nos recuerda: «Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de ellas es la caridad» (1 Co 13, 13). Con palabras aún más fuertes —que siempre atañen a los cristianos—, el apóstol Santiago dice: «¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos de alimento diario y alguno de vosotros les dice: “Id en paz, abrigaos y saciaos”, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así es también la fe: si no se tienen obras, está muerta por dentro. Pero alguno dirá: “Tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe”» (St 2, 14-18).
La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino. En efecto, muchos cristianos dedican sus vidas con amor a quien está solo, marginado o excluido, como el primero a quien hay que atender y el más importante que socorrer, porque precisamente en él se refleja el rostro mismo de Cristo. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes piden nuestro amor el rostro del Señor resucitado. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40): estas palabras suyas son una advertencia que no se ha de olvidar, y una invitación perenne a devolver ese amor con el que él cuida de nosotros. Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo, y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida. Sostenidos por la fe, miramos con esperanza a nuestro compromiso en el mundo, aguardando «unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia» (2 P 3, 13; cf. Ap 21, 1).
15. Llegados sus últimos días, el apóstol Pablo pidió al discípulo Timoteo que «buscara la fe» (cf. 2 Tm 2, 22) con la misma constancia de cuando era niño (cf. 2 Tm 3, 15). Escuchemos esta invitación como dirigida a cada uno de nosotros, para que nadie se vuelva perezoso en la fe. Ella es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo. Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin.
«Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada» (2 Ts 3, 1): que este Año de la fehaga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero. Las palabras del apóstol Pedro proyectan un último rayo de luz sobre la fe: «Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe; la salvación de vuestras almas» (1 P1, 6-9). La vida de los cristianos conoce la experiencia de la alegría y el sufrimiento. Cuántos santos han experimentado la soledad. Cuántos creyentes son probados también en nuestros días por el silencio de Dios, mientras quisieran escuchar su voz consoladora. Las pruebas de la vida, a la vez que permiten comprender el misterio de la Cruz y participar en los sufrimientos de Cristo (cf.Col 1, 24), son preludio de la alegría y la esperanza a la que conduce la fe: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Co 12, 10). Nosotros creemos con firme certeza que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte. Con esta segura confianza nos encomendamos a él: presente entre nosotros, vence el poder del maligno (cf. Lc 11, 20), y la Iglesia, comunidad visible de su misericordia, permanece en él como signo de la reconciliación definitiva con el Padre.
Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 11 de octubre del año 2011, séptimo de mi Pontificado.

BENEDICTO XVI
 
[1] Homilía en la Misa de inicio de Pontificado (24 abril 2005): AAS 97 (2005), 710.  [2] Cf. Benedicto XVI, Homilía en la Misa en Terreiro do Paço, Lisboa (11 mayo 2010), enL’Osservatore Romano ed. en Leng. española (16 mayo 2010), pag. 8-9.
[3] Cf. Juan Pablo II, Const. ap. Fidei depositum (11 octubre 1992): AAS 86 (1994), 113-118.
[4] Cf. Relación final del Sínodo Extraordinario de los Obispos (7 diciembre 1985), II, B, a, 4, en L’Osservatore Romano ed. en Leng. española (22 diciembre 1985), pag. 12.
[5] Pablo VI, Exhort. ap. Petrum et Paulum Apostolos, en el XIX centenario del martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo (22 febrero 1967): AAS 59 (1967), 196.
[6] Ibíd., 198.
[7] Pablo VI, Solemne profesión de fe, Homilía para la concelebración en el XIX centenario del martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo, en la conclusión del “Año de la fe” (30 junio 1968):AAS 60 (1968), 433-445.
[8] Id., Audiencia General (14 junio 1967): Insegnamenti V (1967), 801.
[9] Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 57: AAS 93 (2001), 308.
[10] Discurso a la Curia Romana (22 diciembre 2005): AAS 98 (2006), 52.
[11] Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 8.
[12] De utilitate credendi, 1, 2.
[13] Cf. Agustín de Hipona, Confesiones, I, 1.
[14] Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia, 10.
[15] Cf. Juan Pablo II, Const. ap. Fidei depositum (11 octubre 1992): AAS 86 (1994), 116.
[16] Sermo215, 1.
[17] Catecismo de la Iglesia Católica, 167.
[18] Cf. Conc. Ecum. Vat. I, Const. dogm. Dei Filius, sobre la fe católica, cap. III: DS 3008-3009; Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la divina revelación, 5.
[19] Discurso en el Collège des Bernardins, París (12 septiembre 2008): AAS 100 (2008), 722.
[20] Cf. Agustín de Hipona, Confesiones, XIII, 1.
[21] Juan Pablo II, Const. ap. Fidei depositum (11 octubre 1992):AAS 86 (1994), 115 y 117.
[22] Cf. Id., Carta enc. Fides et ratio (14 septiembre 1998) 34.106: AAS 91 (1999), 31-32. 86-87.

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana

Santa Teresa de Jesús


(Gotarrendura, Ávila, 1515 - Alba de Tormes, 1582) Religiosa y escritora mística española, conocida también como Santa Teresa de Ávila. Teresa de Jesús es el nombre de religión adoptado por Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda, probable descendiente de judíos conversos, y de Beatriz de Ahumada, perteneciente a una noble familia abulense. Su vida y su evolución espiritual se pueden seguir a través de sus obras de carácter autobiográfico, entre las que figuran algunas de sus obras mayores: La vida (escrito entre 1562 y 1565), las Relaciones espirituales, el Libro de las fundaciones (iniciado en 1573 y publicado en 1610) y sus cerca de quinientas Cartas.
Teresa de Jesús (Óleo de Rubens)


La Vida abarca desde su infancia hasta la fundación del primer convento reformado de San José de Ávila, en 1562. Gracias a ella se sabe de su infantil afición por los libros de caballerías y de vidas de santos. En 1531, su padre la internó como pupila en el convento de monjas agustinas de Santa María de Gracia, pero al año siguiente tuvo que volver a su casa aquejada de una grave enfermedad. Determinada a tomar el hábito carmelita contra la voluntad de su padre, en 1535 huyó de su casa para dirigirse al convento de la Encarnación. Vistió el hábito al año siguiente, y en 1537 hizo su profesión.
Por entonces empezó para ella una época de angustia y enfermedad, que se prolongaría hasta 1542. Durante estos años confiesa que aprendió a confiar ilimitadamente en Dios y que empezó a practicar el método de oración llamado «recogimiento», expuesto por Francisco de Osuna en su Tercer abecedario espiritual. Repuesta de sus dolencias, empezó a instruir a un grupo de religiosas de la Encarnación en la vida de oración y a planear la reforma de la orden carmelitana para devolverle el antiguo rigor, mitigado en 1432 por Eugenio IV.
Empezó entonces a ser favorecida con visiones «imaginarias» e «intelectuales», visiones que habrían de sucederse a lo largo de su vida y que determinaron sus crisis para averiguar si aquello era «espíritu de Dios» o del «demonio». Su ideal de reforma de la orden se concretó en 1562 con la fundación del convento de San José. Se inicia entonces una nueva etapa en su vida, en la que la dedicación a la contemplación y la oración es compartida con una actividad extraordinaria para conseguir el triunfo de la reforma carmelitana.
Desde 1567 hasta su muerte, fundó en Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria y Burgos. En 1568 se erigió en Duruelo el primer convento reformado masculino, gracias a la colaboración de san Juan de la Cruz y del padre Antonio de Heredia. Redactó las Constituciones (1563), que fueron aprobadas en 1565 por Pío IV, y que se basan en los siguientes puntos: vida de oración en la celda, ayuno y abstinencia de carne, renuncia de rentas y propiedades, comunales o particulares, y práctica del silencio.
Para ayudar a sus religiosas a la realización de su ideal de vida religiosa compuso Camino de perfección (escrito entre 1562 y 1564 y publicado en 1583) y Las moradas o Castillo interior (1578). La reacción de los miembros de la antigua observancia carmelita llegó a su punto culminante en 1575, año en que denunciaron a los descalzos a la Inquisición. Un breve de Roma, en 1580, ordenó la separación de las dos órdenes.
En 1604 se inició el proceso de canonización de Teresa. En 1614 fue declarada beata, y en 1622 fue canonizada por Gregorio XV. En 1970 fue proclamada doctora de la Iglesia, siendo la primera mujer que recibía esta distinción. Además de las obras citadas, dejó escritas las siguientes: Meditaciones sobre los cantares,ExclamacionesVisita de descalzasAvisosOrdenanzas de una cofradíaApuntacionesDesafío espiritual,Vejamen y unas treinta poesías.

domingo, 14 de octubre de 2012

Santa Hildegarda de Bingen y San Juan de Avila, Doctores de la Iglesia

¿Quiénes fueron Santa Hildegarda de Bingen y San Juan de Ávila? 
Nos lo explican dos profesores de universidades romanas, Alfredo Simón, de la Universidad de San Anselmo, y Juan Esqueda, de la Universidad Urbaniana.


Este domingo el Papa declarará doctores de la Iglesia a Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) y a San Juan de Álvila (1500-1569), patrono de los sacerdotes españoles. Dos expertos españoles, profesores ambos en universidades pontificias, trazan un breve retrato de ambos personajes. (Pueden verse abajo los dos vídeos, 4.55 minutos en total).
Visionaria e influyente
        Hildegarda de Bingen fue un gigante en su tiempo. Esta monja alemana cultivó prácticamente todas las artes: era música, escritora, herborista, lingüista y tuvo visiones místicas.

        “Estas visiones, no eran visiones materiales. Eran experiencias que ella tenía en el interior de su alma", explica Alfredo Simón, del Pontificio Ateneo San Anselmo, la universidad de los benedictinos en Roma.
        Cuando el entonces Papa Eugenio III leyó las transcripciones de las visiones de Hildegarda, le invitó a difundirlas para que todos las conocieran.
        Ella las describía como una gran luz en la que se presentaban imágenes, formas y colores. Las visiones trataban sobre la Redención, sobre Dios, la humanidad, la Iglesia y la Creación. Representó una de ellas en este dibujo que recuerda a uno de Leonardo Da Vinci y que muestra la relación entre el hombre y el universo.
        “Sitúa en su imagen, lo que ve, la creación del hombre en el centro del universo, de todo el mundo natural. Y es una imagen semejante a la de Leonardo da Vinci, pero muchos siglos antes, añade el padre Simón.
        Un doctor de la Iglesia se caracteriza porque sus enseñanzas siguen siendo relevantes a pesar del paso del tiempo. Alfredo Simon dice que Santa Hildegarda reflejó el deseo natural de cada persona de acercarse a Dios. Una pasión que transmitió al mundo: “Ella predicó también por las ciudades, predicó al clero, predicó al pueblo y eso nunca se había oído en la Iglesia, para una mujer, ni para una monja, ni para una abadesa.”
        En esos años, Santa Hildegarda de Bingen fue consejera espiritual de santos y reyes. Descubrió el poder curativo de algunas plantas, y cultivaba un pequeño jardín en el monasterio: “Santa Hildegarda escribió obras de filosofía y espiritualidad. También escribió obras de teatro, de música, e incluso obras de medicina y ciencias naturales”
        Murió a los 81 años, en 1179. Gracias a su proclamación como doctora de la Iglesia, sus enseñanzas seguirán siendo un punto de referencia para los católicos de todos los tiempos.
Formador de sacerdotes: el espíritu de Trento
        San Juan de Ávila colaboró en la aplicación del Concilio de Trento en España; al escucharle predicar, San Juan de Dios se convirtió al catolicismo; y es el patrón de los sacerdotes españoles.

        Nació en Ciudad Real, España, en el año 1500. Renunció a la herencia de sus padres y a los 26 años fue ordenado sacerdote. Quiso trabajar en la evangelización de América pero el arzobispo de Sevilla le pidió que se quedara en el país. Allí comenzó a destacar porque era un gran predicador. Aunque por esto sufrió falsas acusaciones.
        “Como era un hombre que convertía a la gente, las conversiones producen a veces la ruina de algún negocio. Le acusaron falsamente a la Inquisición, estuvo procesado prácticamente dos años. Sobre todo, un año en la cárcel, con peligro de que le condenaran a muerte”, explica Juan Esqueda Bifet, catedrático emérito de la Pontificia Universidad Urbaniana, ue forma parte de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
        Se le recuerda como un buen director espiritual de gente de toda clase y condición. Muchos sacerdotes se reunían con él para mejorar su formación y pedirle consejo. También influyó en la vida de muchos santos de su época: "Tuvo relación con San Ignacio de Loyola. Por ejemplo, con San Juan de Ribera, que era su discípulo, o bien con Santa Teresa. Ella le envió su biografía. Nadie quería aprobarla y San Juan de Ávila la aprobó diciendo que era de Dios todo aquello que sentía”.
        En España impulsó colegios y universidades. Vivió la apertura del Concilio de Trento en 1545 y dedicó muchos años a trabajar en la aplicación del Concilio: "Se dedicó mucho a formar sacerdotes, que es lo que pidió el Concilio de Trento, que hubiera seminarios. Él fundó algunos seminarios como el de Córdoba y la Universidad de Valencia que también era además de para laicos para clérigos”, añade Esqueda.
        San Juan de Ávila murió en Córdoba en 1569, tras diez años de enfermedad que dedicó a seguir enseñando por medio de cartas. Más tarde, sus escritos influyeron en San Francisco de Sales, el Santo Cura de Ars o San Alfonso María de Ligorio. Pío XII reconoció todo su trabajó nombrándolo en 1946 patrón de los sacerdotes españoles.

Santa Hildegarda de Binguen



San Juan de Ávila

 

 NOVEDADES FLUVIUM

sábado, 13 de octubre de 2012

En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO


La letanía de Dios Padre 

Para uso privado solamente. 

Señor, ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!! 
Cristo, ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Señor, ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!
!!!
Cristo, escúchanos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Cristo, amablemente, óyenos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Dios Padre del Cielo,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Dios Hijo, Redentor del mundo,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Dios el Espíritu Santo,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Santísima Trinidad un solo Dios,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Padre, Primera Persona de la Santísima Trinidad,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre del Hijo unigénito,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre y del Hijo, de quien procede el Espíritu Santo,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de la Inmaculada Virgen María,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de su castísimo esposo,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Nuestro Padre en el Cielo,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Padre eterno,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, infinita Majestad,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, la santidad infinita,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, la bondad infinita,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, infinita felicidad,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, todopoderoso,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre,-a sabiendas de todos,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, presente en todas partes,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, todo justa,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, todos los misericordiosos,
santificado sea tu nombre. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Padre, crear el cielo y la tierra,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, promete un Salvador,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, revelado por el Hijo,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, que la pasión de Jesús,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, aceptando el Sacrificio del Calvario,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, reconciliarse con la humanidad,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, envía a el Paráclito,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, en el Nombre de Jesús,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de las Naciones,
Venga tu reino. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Padre del Amor, quiérenos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de Belleza, protégenos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de la Sabiduría, condúcenos En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, la Divina Providencia, vela por nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de los pobres,
Hágase tu voluntad. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de los huérfanos,

Hágase tu voluntad. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de las viudas,
Hágase tu voluntad. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de los exiliados,
Hágase tu voluntad. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de los perseguidos,
Hágase tu voluntad. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de los afligidos,
Hágase tu voluntad. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de los enfermos,
Hágase tu voluntad. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre de las personas de edad,
Hágase tu voluntad. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Padre, te adoramos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, te amamos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, te damos las gracias. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, te bendecimos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

En la alegría y en dolor,
que podamos bendecirte. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
En la enfermedad y en salud,
que podamos bendecirte. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
En la prosperidad y en la adversidad,
que podamos bendecirte. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
En consuelo y en la desolación,
que podamos bendecirte. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
En la vida y la muerte,
que podamos bendecirte En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Con el tiempo y en la eternidad,
que podamos bendecirte En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Padre, escuchanos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Padre, amablemente óyenos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Cordero de Dios, Hijo bien amado del Padre,
perdónanos, oh Señor. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Cordero de Dios, nos manda a ser perfectos como el Padre,
amablemente escúchanos, oh Señor. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Cordero de Dios, Nuestro Mediador con el Padre,
ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Oh!!! Padre Divino Bendito y Eterno Bendícenos SEÑOR

Oremos.
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre;
Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Y no nos dejes caer en tentación, pero nos líbranos del mal.
Amén.

 ♥
En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

AMEN






♥ Letanía al Sagrado Corazón de Jesús

Señor, ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Cristo, ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Señor, ten piedad de nosotros. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Cristo, óyenos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Cristo, escúchanos. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Dios, Padre Celestial
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Dios Hijo, Redentor del mundo
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Dios, Espíritu Santo
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, templo santo de Dios.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo de Dios.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, templo santo de Dios.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, generosos para todos los que te invocan.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, víctima por los pecadores.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
Perdónanos, Señor En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
Óyenos, Señor En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
Ten piedad de nosotros En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Jesús, manso y humilde de Corazón. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!
Haz nuestro corazón semejante al tuyo. En tu corazón TODOS TUYOS SEÑOR DIOS DEL UNIVERSO!!!!!!!

Oración:
Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amadísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece y concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos.

Amén.


jueves, 11 de octubre de 2012

OREN POR SUS SACERDOTES


Rodas, 7.08.1994
Señor, la tibieza 1 aquí es insoportable.

¿Has notado el resultado de mi locura? 2 ¿Ves las amenazas que recibo de la radio pública? 3 ¿Ves cómo han incubado todas estas mentiras? ¡Si hubiera vivido en la Edad Media, me hubieran lapidado hasta matarme o me hubieran quemado en una estaca!


Yo estoy delante de ti todo el tiempo; al final triunfaré, así que no temas... Yo te he criado, te he levantado para glorificar Mi Nombre. El hombre de paz comprenderá Mi Mensaje de Paz.

Tengo, en Mis Mensajes, pasajes que están muy ocultos y son difíciles de comprender, pero ésos son para aquéllos de quienes el profeta Isaías habló: "escucharán y escucharán, de nuevo, pero no comprenderán; verán y verán, de nuevo, pero no percibirán..." Estas gentes están deshabitadas
4 ; también distorsionan las Escrituras. Recuerda a todos 5 que no pueden servir a dos amos, al amo del mundo y a Mí, a Mí Quien soy el Amo de los Cielos. Recuérdales que deberían poner en práctica lo que les ha sido enseñado por Mí. No prefieran su propio placer a Dios.

Yo soy Santo y quiero que vivan santamente: Deben mantenerse firmes todo el tiempo y no sólo a veces... El diablo está rondando alrededor de ustedes ¡y ha jurado engañarlos a todos!

Oren por sus sacerdotes,
6 quienes son tan débiles. Ellos miran sin ver y oyen sin escuchar. En este estado, están privados de su mente y por lo tanto, están privados de este Mensaje; entonces, no se sorprendan de que desconfíen de ustedes y argumenten sobre Mis Palabras. Ellos son tan queridos por Mí, como ustedes, y los amo tanto como los amo a todos ustedes. Respétenlos y oren por ellos.

Concluiré diciéndoles: observen Mis Santas Reglas y absténganse de las cosas que el mundo les está ofreciendo. No le den al Enemigo una oportunidad; no se alimenten de cosas que no son santas. Ésta es Mi segunda advertencia; la primera fue dicha a través de la boca de la que escribe Mi Himno de Amor...

Sean rectos y tengan dominio de sí mismos para que permanezcan en Mi favor. Éstas son Mis condiciones para seguirme. No Me obliguen a decirles un día: "no fueron rectos." Ahora conocen bien Mis condiciones, si están sujetos a Mí, síganme. Nunca destruyan la obra que Yo he hecho en otros.
7 ¡Arrepiéntanse! y busquen la verdad. En verdad, les digo: aquellos que se comportan como paganos tendrán su parte, porque no sólo se comportan como paganos, sino que incluso aplauden a otros que se les unen.

Si Yo, que los amo, no los reprendo, ¿quién lo hará? Si les he dado todas estas instrucciones es para que Yo refresque sus memorias y recordarles que Yo Soy es Santo. Ic.


Is. 63,3: "De los hombres de mi pueblo, ninguno estuvo conmigo". Como los grupos de oración de Grecia no tienen un director espiritual (sacerdote), porque nadie quiere ser su pastor, Jesucristo Mismo viene a ser Su Pastor. Todos los sacerdotes se volvieron contra los dos grupos de oración, llamándolos herejes.


1 Tibieza espiritual
2 Amar a Dios hasta la locura y anunciarlo dando testimonio en la televisión local
3 De dos sacerdotes Ortodoxos que hablaron en contra mía
4 Significa que su alma es como un desierto
5 Los grupos de oración de Rodas y de Atenas
6 Aquellos, especialmente, en la isla de Rodas
7 Tentar a los nuevos conversos de regreso al pecado