FUENTE INAGOTABLE DE LUZ

FUENTE INAGOTABLE DE LUZ
¡ILUMÍNANOS!

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO
Sagrados Corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto,

lunes, 27 de febrero de 2012

LLAMADO URGENTE DE ORACIÓN PARA EVITAR GUERRA

¡Urgente!
Miércoles 29 de febrero,
oración para que la guerra nuclear sea evitada
Viernes, 24 de febrero del 2012, a las 18:40 hrs.
¡URGENTE! El 29 de febrero del 2012: día mundial de oración para que una guerra nuclear en Irán sea evitada.
Por el mensaje urgente de la Virgen María a la vidente María de la Divina Misericordia, hacemos un llamado a todos los hermanos y hermanas,
a un día mundial de oración, para evitar la guerra nuclear.
El 29 de febrero fue recomendado por la visionaria María de la Divina Misericordia. En este día todos deberían rezar todo el Salterio del Santo Rosario, para evitar una guerra nuclear en Irán.
(El Salterio son los Misterios Gozosos, los de Luz, los Dolorosos y los Gloriosos)

sábado, 25 de febrero de 2012

El Año de la Fe: Un regalo del Papa Benedicto XVI

El Año de la Fe se celebrará del 11 de octubre de 2012 -aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II- al 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Cristo Rey del Universo.







Aprender contenidos de la fe para combatir "analfabetismo religioso", pide el Papa

VATICANO, 24 Feb. 12 / 01:12 pm (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a reapropiarse de los contenidos de la fe para combatir el "analfabetismo religioso" de muchos actualmente y hacer conocido a Dios con humildad.
En el tradicional encuentro al inicio de la Cuaresma con los párrocos y sacerdotes de Roma, ciudad de la que es Obispo, el Santo Padre meditó sobre un fragmento de la Carta de San Pablo a los Efesios.
En el texto el Apóstol alienta a vivir "una vida digna de la vocación a la que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, (…) sobrellevándoos unos a otros con caridad, continuamente dispuestos a conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz".
El Papa explicó que la primera llamada que han recibido los sacerdotes es la del bautismo; la segunda, la vocación de pastores al servicio de Cristo. "El gran sufrimiento de la Iglesia de hoy en Europa y en Occidente es la falta de vocaciones sacerdotales; pero el Señor llama siempre, falta la escucha", dijo.
"Nosotros hemos escuchado su voz y debemos estar atentos a la voz del Señor también para los demás, ayudándoles para que la oigan y así la llamada sea aceptada".
La primera de las virtudes que debe acompañar la vocación, según señala San Pablo, es la humildad, la virtud de los seguidores de Cristo, quien "siendo igual a Dios, se ha humillado, aceptando el papel de siervo y obedeciendo hasta la cruz. Este es el camino de la humildad del Hijo que debemos imitar".
"Lo contrario de la humildad es la soberbia, raíz de todos los pecados. La soberbia es arrogancia, quiere sobre todo poder, apariencia no tiene intención de agradar a Dios, sino de agradarse a sí mismo, de ser aceptado e incluso venerado por los demás".
La soberbia, refirió el Santo Padre, "pone el 'yo' en el centro del mundo: se trata del 'yo' soberbio que todo lo sabe. Ser cristiano quiere decir superar esta tentación originaria, que está en el núcleo del pecado original: ser como Dios, pero sin Dios".
Frente a ello, "la humildad es, sobre todo, verdad. Reconociendo que soy un pensamiento de Dios, de la construcción de su mundo, y soy insustituible precisamente así, en mi pequeñez, solo de este modo, soy grande".
"Aprendamos a ser realistas de esta manera: no queramos aparentar, sino agradar a Dios y hacer lo que ha pensado de cada uno de nosotros y para nosotros, y así aceptaremos también a los demás".
Aceptarse a sí mismo, dijo el Papa, "y aceptar al otro van juntos: solo aceptándome a mí mismo como parte del gran tejido divino puedo aceptar también a los demás, que forman conmigo la gran sinfonía de la Iglesia y de la Creación". Y se aprende también a aceptar la propia posición en la Iglesia, sabiendo que "cada pequeño servicio es grande a los ojos de Dios".
La falta de humildad destruye la unidad del Cuerpo de Cristo. Asimismo, la unidad no puede crecer sin el conocimiento de la fe: "Un gran problema de la Iglesia actual es la falta de conocimiento de la fe, el 'analfabetismo religioso'. Con este analfabetismo no podemos crecer".
Por eso, exhortó el Santo Padre, "debemos reapropiarnos de los contenidos de la fe, no como un paquete de dogmas y mandamientos, sino como una realidad única que se revela en toda su profundidad y belleza. Debemos hacer lo posible por actuar una renovación catequística, para que la fe sea conocida, de modo que Dios sea conocido, Cristo sea conocido, la verdad sea conocida y crezca la unidad en la verdad".
En este punto, Benedicto XVI advirtió que no se puede vivir en una "niñez de la fe": muchos fieles no han ido más allá de la primera catequesis, con lo que "no pueden exponer como adultos, con competencia y convicción profunda, la filosofía de la fe, la gran sabiduría, la racionalidad de la fe" para iluminar a los demás.
Es por ello necesaria una "fe adulta", que no quiere decir, como se ha entendido en los últimos decenios, emancipada del Magisterio de la Iglesia; cuando se abandona el Magisterio, el resultado es "la dependencia de las opiniones del mundo, de los dictados de los medios de comunicación".
Por el contrario, precisó el Papa, "la auténtica emancipación consiste en liberarse de estas opiniones, en la libertad de los hijos de Dios. Debemos rezar mucho al Señor para que nos ayude a emanciparnos y a ser libres en este sentido, con una fe realmente adulta que pueda ayudar también a los demás a llegar a la verdadera perfección en comunión con Cristo".
"Hoy día, el concepto de verdad está bajo sospecha, porque se asocia al de violencia. Lamentablemente, en la historia ha habido episodios en los que se trataba de defender la verdad con la violencia. Sin embargo, las dos son contrarias. La verdad no se impone con otros medios que no sean ella misma. Puede llegar solo mediante su propia luz. Pero tenemos necesidad de la verdad".
"Sin verdad –prosiguió– nos quedamos ciegos en el mundo, no tenemos un camino, El gran don de Cristo es precisamente que vemos el rostro de Dios y (…) conocemos el fondo, lo esencial de la verdad en Cristo".
El Papa resaltó que "donde está la verdad, nace la caridad. Gracias a Dios, podemos verlo a lo largo de los siglos: a pesar de los hechos negativos, los frutos de la caridad han estado siempre presentes en la cristiandad, y están también presentes hoy".
Lo vemos, concluyó, "en los mártires, en tantas religiosas, frailes y sacerdotes que sirven humildemente a los pobres, los enfermos, que son presencia de la caridad de Cristo. Y son así el gran signo de que aquí está la verdad".

martes, 7 de febrero de 2012

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 2 de febrero de 2012, y comentario P. Justo Antonio Lofeudo

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 2 de febrero de 2012

Veinticinco mil personas estaban presentes en el estadio de Nápoles, donde Mirjana recibió su aparición. Ya desde las tres de la madrugada comenzaron a llegar multitudes para la aparición, que tuvo lugar a las nueve menos cuarto. Venían de todas partes de Italia, a pesar de la nieve y el mal tiempo desatado sobre la península. Antes de la aparición fue celebrada la Santa Misa con la participación de más de sesenta sacerdotes. A continuación el mensaje dado por la Virgen:

Queridos hijos, estoy con ustedes desde hace ya mucho tiempo y desde entonces les estoy mostrando la presencia de Dios y su ilimitado amor, que deseo que ustedes conozcan. Pero, ustedes, ¡hijos míos!, aún están ciegos y sordos; mientras miran el mundo que los rodea no quieren ver hacia dónde está yendo sin mi Hijo. Están renunciando a Él, pero Él es la fuente de todas las gracias. En tanto les hablo me oyen pero sus corazones están cerrados y no me escuchan. No están rezando al Espíritu Santo para que los ilumine. Hijos míos, está reinando la soberbia. Yo les indico la humildad. Recuerden, hijos míos, sólo un alma humilde brilla de pureza y de belleza, porque ha conocido el amor de Dios. Sólo un alma humilde se vuelve un paraíso, porque en ella está mi Hijo. Les doy las gracias. Nuevamente, les ruego: oren por aquellos que ha elegido mi Hijo, es decir por sus pastores.
Comentario
Sabemos que los días dos de cada mes la Santísima Virgen los dedica a la oración por aquellos que aún no conocen el amor de Dios: los distantes, los que a sí mismo se llaman ateos o agnósticos, los que van por caminos errados, los tibios e indiferentes y tantos otros que creyéndose cristianos en realidad no lo son porque no se han encontrado con Cristo, porque no saben de su amor. Al mismo tiempo resulta evidente que estos mensajes van dirigidos no a los que no llegarán a leerlo sino sobre todo a quienes sí los leemos. Quiere esto decir que, en primer lugar, este mensaje va dirigido a cada uno de nosotros. Debo asumir que va dirigido a mí, sacerdote, así como a todos los demás que han sabido de ellos. Somos los que estamos seguros que Dios está actuando en Medjugorje desde hace más de treinta años. Sin embargo, y esto es lo que debemos admitir, creer en las apariciones y en la veracidad de los mensajes no nos exime ahondar en el cumplimiento de los mismos y de reconocer que podemos y tenemos el deber de hacer más. Porque, atención, también se puede “ser ciego y sordo” cuando se mira para otro lado y no se siente aludido por llamados como el del actual mensaje. Una vez más vale recordar que la conversión no es un estado que se ha alcanzado y ya está, como un grado que se conquistó. No es así. La conversión es un camino, que necesita ser transitado día a día. Por eso, nadie puede ni debe decir “estoy convertido” o “me convertí”, en primer lugar porque nadie se convierte por sí solo sino que es Dios quien convierte, y luego por lo dicho, porque siempre estamos en proceso de conversión, el cual concluirá el último día de nuestra vida aquí en la tierra.
Dice la Santísima Virgen que estamos mirando al mundo sin ver hacia dónde va sin su Hijo. El mundo sin Cristo va a la perdición. No basta mirar en torno la devastación de este mundo que hace cada vez menos sin Dios si no se ve en profundidad que cada uno es parte importante del plan de salvación divino. Ese plan empieza por la propia conversión diaria al Señor. La obra es de Dios pero cada uno debe co-operar (unirse a la obra) poniendo de lo suyo, poniendo su voluntad para permitir que la gracia lo penetre y transforme.
Porque no alcanzamos a ver necesitamos más luz y esa luz viene del Espíritu Santo. Es el Espíritu de Dios que ilumina nuestro interior, es el Espíritu que nos convence también a nosotros del pecado, que nos hace ver todas las manchas y puntos negros que hay en nuestra alma, que nos evidencia cuánta necesidad tenemos de ser purificados, por tanto, por la gracia y misericordia divinas.
Cuando nos falta humildad y por lo mismo sinceridad, para no ver lo que hay que ver en nosotros, justificamos comportamientos equivocados y oponemos resistencias muy sutiles a la gracia de conversión. Cuando, en cambio, dejamos que el Espíritu Santo nos ilumine entonces vemos lo que no queríamos ver.
Las mayores oposiciones a la transformación que la Santísima Virgen desea de nosotros, para nuestro bien y el de muchos otros hijos, vienen de la falta de humildad. Puede que confesemos nuestra soberbia, pero ¿hasta dónde sabemos o estamos dispuestos a reconocer cuán soberbios somos? ¿Hasta dónde se esconde en nosotros y se nos oculta la falta de humildad que suele ser justificada como cuestiones de genio, de carácter, de temperamento o porque hay que hacerse valer y respetar? Cuando nos contrastan, cuando nos hacen una crítica a nuestra persona o a algo que hemos dicho o hecho ¿cómo reaccionamos? Si discutimos o damos nuestras razones ¿lo hacemos buscando la verdad, en la verdad? ¿o reaccionamos porque esa oposición hiere o molesta a nuestro orgullo? ¿Hasta qué punto es cierto que no nos importa que nos tengan en consideración? ¿Qué ocurre cuando nos dejan ostensiblemente de lado? ¿Nos entristecemos por esas actitudes u otras similares? ¿Cuán críticos somos con el comportamiento de los otros? Porque el ser críticos suele significar la mirada puesta fuera y no dentro. Ser críticos suele ser falta de misericordia y signo de soberbia. Éstos son sólo algunas preguntas que puedan ayudarnos a ver cuán lejos estamos de la humildad que atrae la presencia de Dios en nosotros y que nos impulsa a acercarnos a Él.
El salmo 36, que se podría titular “Dios, luz del hombre”, habla del soberbio diciendo: “se halaga tanto a sí mismo que no descubre y detesta su culpa. Sólo dice mentiras y engaños, renuncia a ser sensato y hacer el bien… Se obstina en el camino equivocado, incapaz de rechazar el mal”. El salmista, como nos alerta nuestra Madre, nos muestra las consecuencias de la soberbia. Más que Dios rechazar al soberbio es él que se excluye de la gracia de Dios por no creer necesitarla. El corazón que no es humilde se excluye del amor de Dios porque se cierra al mismo Dios poniendo el yo en un lugar que no le corresponde. Rechazando la luz que viene de Dios sigue viviendo en la penumbra sin ver todas sus manchas. Manchas que si Dios no se las quita las llevará a la eternidad.
La Santísima Virgen nos dice cómo salir de esa prisión que la persona a sí misma se ha construido, la prisión del “yo”, del egoísmo, del amor propio, del orgullo, de la soberbia. La liberación, que es la vía al Cielo ya desde esta vida, es hacer lo que nos pide: tomar el camino de la humildad, implorando al Espíritu Santo para que haga luz en nuestras vidas y podamos así abrirnos a su acción transformadora.
La Santísima Virgen alude al mundo circundante. ¿Qué vemos en él? Vemos que cuando la sociedad rechaza a Dios la medida es el hombre y el hombre no tiene medida fuera de Dios. Cuando Dios es quitado de la vida sólo queda la desesperante suma de soledades que nada ya esperan y que ante las adversidades, que cada uno ha contribuido a formar, desesperan. Cuando se pretende una libertad sin Dios, o para algunos incluso una “libertad” de Dios, se establece el “todo vale” siendo la víctima el amor, y desaparece la caridad fraterna. La libertad sin límites, que pueda yo hacer todo lo que se me antoje, conduce inevitablemente a la anarquía de individualidades que se contraponen y en la que prevalece el más fuerte en desmedro del débil.
“Lo que hago a costa de otros –ha dicho el Papa- no es libertad, sino una acción culpable que les perjudica a ellos y también a mí”. Hoy nos enfrentamos al desplazamiento de Dios por la idolatría moderna que quema incienso sobre el altar del yo para tributar culto al dinero, al poder, al placer.
Cuando se cancela la presencia de Dios no hay verdad absoluta y por no haber una verdad todas lo son, o sea ninguna es verdad. Eso es el relativismo tantas veces denunciado por la Iglesia. Lamentablemente ha penetrado tanto que a muchos, que se dicen cristianos, les resulta arrogante decir que sólo en Cristo está la verdad, que sólo Él es la Verdad, y por no admitirlo terminan pensando que todas las religiones son igualmente válidas y menospreciar la obra de salvación y al mismo Señor que puede salvarlos.
El relativismo desemboca en el individualismo egoísta de no ser capaz de ninguna renuncia o sacrificio, de no tener deberes para con nadie. Al final queda que el principal propósito de la vida sea la búsqueda del placer según la concepción de placer de cada uno. Esto es la destrucción de la persona y de la humanidad.
Todo lo que Jesucristo vino a traernos -comenzando por la salvación y siguiendo por el amor, la verdad, la belleza, la bondad- es de lo que quien vive encaramado en la torre de su soberbia se priva y privándoselo queda sumido en el absurdo de una vida sin sentido, oscura, aturdida en un presente sin futuro, sin trascendencia, sin nada por lo que valga la pena vivir. En el fondo vive en la angustia, la infelicidad, la tristeza cuando no en un infierno helado del que no puede salir.
Por lo contrario, la humildad, que nace de nuestra relación con Dios, de nuestro ser creaturas y deudores de su misericordia, vuelve al alma transparente a la acción luminosa del Espíritu Santo, al que atrae desde su oración, y entonces brilla de pureza y de belleza porque ha conocido el amor de Dios. En esa alma Cristo implanta su reino de amor, Él es Rey y Señor en esa alma como lo es en el Cielo.
Se despide la Santísima Virgen con la reiteración de un pedido: rezar por los sacerdotes, rezar por los obispos, rezar por el Papa. Nunca dejemos de hacerlo.
Dios Omnipotente, eterno, justo, misericordioso,
concédeme, mísero de mí, hacer siempre, por gracia tuya,
lo que Tú quieres, y de querer siempre lo que a ti te place.
Purifica mi alma para que, iluminado de la luz del Espíritu Santo
y encendido de su fuego,
pueda seguir el ejemplo de tu Hijo y Señor nuestro, Jesucristo.
Dame, por tu sola gracia, poder unirme a ti,
Altísimo y Omnipotente Dios,
que vives y reinas en la gloria,
en perfecta trinidad y en simple unidad,
por los siglos eternos. Amén. (San Francisco de Asís)
P. Justo Antonio Lofeudo
www.mensajerosdelareinadelapaz.org

¡Bendito, Alabado y Adorado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar!

Bendición de Jesús a su Mamá - Divina Voluntad


14-40
Julio 6, 1922
Bendición de Jesús a su Mamá.
(1) Estaba pensando y acompañando a Jesús en la hora de la Pasión cuando fue ante la Divina Mamá para pedirle su santa bendición, y mi dulcísimo Jesús en mi interior me ha dicho:

(2) “Hija mía, antes de mi Pasión quise bendecir a mi Mamá y ser bendecido por Ella, pero no fue únicamente a mi Mamá a quien bendije, sino a todas las criaturas, no sólo animadas sino también inanimadas; vi a las criaturas débiles, cubiertas de llagas, pobres, mi corazón tuvo un latido de dolor y de tierna compasión y dije: ‘¡Pobre humanidad, cómo estás decaída, quiero bendecirte a fin de que
resurjas de tu decaimiento; mi bendición imprima en ti el triple sello de la
potencia, de la sabiduría y del amor de las Tres Divinas Personas y te restituya la fuerza, te sane y te enriquezca, y para circundarte de defensas bendigo todas las cosas creadas por Mí, a fin de que las recibas bendecidas por Mí: te bendigo la luz, el aire, el agua, el fuego, el alimento, a fin de que quedes como abismada y cubierta con
mis
bendiciones, pero como tú no las merecías, por eso quise bendecir a mi Mamá, sirviéndome de Ella como canal para hacer llegar a ti mis bendiciones”.Y así como me correspondió mi Mamá con sus bendiciones, así quiero que las criaturas me correspondan con sus bendiciones; pero, ¡ay de Mí!, en vez de correspondencia de bendiciones, me corresponden con ofensas y maldiciones, por eso hija mía, entra en mi Querer, y poniéndote sobre todas las cosas creadas sella todas con las bendiciones que todos me deben, y trae a mi doliente y tierno corazón las bendiciones de todos”.

(3) Después de haber hecho esto, como para recompensarme me ha dicho:

(4) “Amada hija mía, te bendigo en modo especial, te bendigo el corazón, la mente, el movimiento, la palabra, el respiro, toda y todo te bendigo”.
(5) Después de esto he continuado con las demás horas de la Pasión, y mientras seguía la cena eucarística, mi dulce Jesús se movió en mi interior y con la punta de su dedo ha tocado fuerte en mi interior, tanto que lo he oído con mis oídos y he dicho entre mí: “¿Qué querrá Jesús que llama?” Y Él llamándome me ha dicho:



De 5 a 6 de la tarde
PRIMERA HORA
Jesús se despide de su
Santísima Madre
Oh Mamá Celestial, ya se acerca la hora de la separación y yo vengo a ti. Oh Madre, dame tu amor y tus reparaciones, dame tu dolor, pues junto contigo quiero seguir paso a paso al adorado Jesús. Y he aquí que Jesús viene y Tú con el alma rebosante de amor corres a su encuentro, pero al verlo tan pálido y triste, el corazón se te oprime por el dolor, las fuerzas te abandonan y estás a punto de desmayarte a sus pies. Oh dulce Mamá ¿sabes para qué ha venido a ti el adorable Jesús? Ah, ha venido para decirte su último Adiós, para decirte una última palabra y para recibir tu último abrazo...
Oh Mamá, me estrecho a ti con toda la ternura de que es capaz éste mi pobre corazón, para que estrechada y unida a ti pueda yo también recibir los abrazos del adorado Jesús. ¿Me desdeñas acaso Tú? ¿No es más bien un consuelo para tu corazón tener un alma a tu lado y que comparta contigo las penas, los afectos y las reparaciones?
Oh Jesús, en esta Hora tan desgarradora para tu tiernísimo corazón qué lección nos das, lección de filial y amorosa obediencia para con tu Madre. ¡Qué dulce armonía la que hay entre María y Tú! ¡Qué suave encanto de amor que sube hasta el Trono del Eterno y se extiende para salvar a todas las criaturas de la tierra!
Oh Celestial Madre mía, ¿sabes lo que quiere de ti el adorado Jesús? No quiere otra cosa sino tu última bendición. Es verdad que de todas las partículas de tu ser no salen sino bendiciones y alabanzas al Creador, pero Jesús al despedirse de ti quiere oír esas dulces palabras: "Te bendigo, oh Hijo". Y este Te Bendigo apaga en sus oídos todas las blasfemias y desciende dulce y suave a su corazón. Y como para poner una defensa ente todas las ofensas de las criaturas, Jesús quiere de ti tus palabras" Te Bendigo...". Y yo me uno a ti, oh dulce Mamá, y en las alas de los vientos quiero recorrer el Cielo para pedir al Padre, Al Espíritu Santo y a los ángeles todos un "Te Bendigo" para Jesús, a fin de que, yendo a El, le pueda llevar sus bendiciones. Y aquí en la Tierra quiero ir a todas las criaturas y obtener de cada boca, de cada latido, de cada paso, de cada respiro, de cada mirada, de cada pensamiento, bendiciones y alabanzas a Jesús, y si ninguna me las quiere dar, yo quiero darlas por ellas.
Oh dulce Mamá, después de haber recorrido y girado por todo para pedir a la Sacrosanta Trinidad, a los ángeles, a todas las criaturas, a la luz del sol, al perfume de las flores, a las olas del mar, a cada soplo de viento, a cada llama de fuego, a cada hoja que se mueve, al centellar de las estrellas, a cada movimiento de la naturaleza, un "Te Bendigo" vengo a ti y uno mis bendiciones a las tuyas.
Dulce Mamá, veo que recibes consuelo y alivio y ofreces a Jesús todas mis bendiciones en reparación por todas las blasfemias y maldiciones que recibe de las criaturas. Pero mientras te ofrezco todo, oigo tu voz temblorosa que dice: "Hijo, bendice me también Tú". Y yo te digo, oh dulce Jesús mío, bendice me a mí también al bendecir a tu Madre. Bendice mis pensamientos, mi corazón, mis manos, mis pasos y todas mis obras, y bendiciendo a tu Madre bendice a todas las criaturas.
Oh Madre mía, al ver el rostro del dolorido de Jesús, pálido, acongojado y triste, se despierta en ti el pensamiento de los dolores que dentro de poco habrá de sufrir... Preves su rostro cubierto de salivazos y lo bendices;
su cabeza traspasada por las espinas, sus ojos vendados, su cuerpo destrozado por los flagelos, sus manos y sus pies atravesados por los clavos, y adonde quiera que El está a pinto de ir Tú lo sigues con tus bendiciones... Y junto contigo yo también lo sigo. Cuando Jesús será golpeado por los flagelos, traspasado por los clavos, golpeado, coronado de espinas, en todo encontrará junto con tu "Te Bendigo", el mío.
Oh Jesús, oh Madre, os compadezco. Inmenso es vuestro dolor en estos últimos momentos, tan inmenso que parece que el corazón del uno arranque el corazón del otro. Oh Madre, arranca mi corazón de la Tierra y átalo fuerte a Jesús para que estrechado a El pueda tomar parte en tus dolores. Y mientras os estrecháis, os abrazáis, os dirigís las últimas miradas y los últimos besos, estando yo en medio de vuestros dos corazones, pueda yo recibir vuestros últimos besos y vuestros últimos abrazos. ¿No veis que no puedo estar sin Vosotros, a pesar de mis miserias y frialdades? Jesús, Madre mía, tenedme estrechada a Vosotros, dadme vuestro amor, vuestro Querer, saetead mi pobre corazón, estrechadme entre vuestros brazos, y junto contigo, oh dulce Madre, quiero
seguir paso a paso al adorado Jesús con la intención de darle consuelo, alivio, amor y reparación por todos.
Oh Jesús, junto con tu Madre te beso el pie izquierdo suplicándote que quieras perdonarme a mí y a todas las criaturas por todas las veces que no hemos caminado hacia Dios. Beso tu pie derecho pidiéndote me perdones a mí y a todas las criaturas por todas las veces que no hemos seguido la perfección de Tú querías de nosotras. Beso tu mano izquierda pidiéndote nos comuniques tu pureza. Beso tu mano derecha pidiéndote me bendigas todos mis latidos, mis pensamientos, los afectos, para que recibiendo el valor de tu bendición sean todos santificados. Y bendiciéndome a mí bendice también a todas las criaturas y con tu bendición sella la salvación de sus almas.
Oh Jesús, junto con tu Madre te abrazo y besándote el corazón te ruego que pongas en medio de vuestros dos corazones el mío para que se alimente continuamente de vuestros amores, de vuestros dolores, de vuestros mismos afectos y deseos, en suma, de vuestra misma Vida.
Así sea

sábado, 4 de febrero de 2012

OREN AL PADRE DE ESTA MANERA


OREN AL PADRE DE ESTA MANERA
EL MUNDO ESTÁ MUERTO AL AMOR
15.05.1990
Mensaje de Nuestra Santa Madre para Lens y Sion, Suiza.


La paz esté con ustedes, hijos.

Yo, su Santa Madre, los estoy preparando para encontrarse con el Señor. Los estoy educando en su crecimiento espiritual. Los estoy cubriendo de gracias para ayudarlos y reanimarlos. Dénse cuenta que estos son días especiales que están viviendo en sus tiempos. Estos son los días que preceden a la Venida del Señor. Son la apertura del camino por donde el Señor vendrá. Estos días son una preparación para el descenso de su Rey. Oren para que todos estén listos. Oren, fervorosamente, hijitos Míos, por aquellas almas que se niegan a escuchar y que se niegan a ver. Oren a su Padre que está en el Cielo, de esta manera:



Padre Todo Misericordioso,
haz que aquellos que escuchan y escuchan de nuevo
y, sin embargo, nunca comprenden,
escuchen esta vez Tu Voz
y comprendan que eres Tú,
el Santo de los Santos.
Abre los ojos de aquellos quienes ven y ven
sin embargo, nunca perciben,
que vean esta vez con sus ojos
Tu Santo Rostro y Tu Gloria.
Pon Tu Dedo en su corazón
para que su corazón se abra
y comprenda Tu Fidelidad;
yo oro y Te pido todas estas cosas,
Padre Justo,
para que todas las naciones
se conviertan y sean sanadas
por las Llagas de Tu Hijo Bienamado
Jesucristo.
Amén.

Pidan al Padre que perdone a las almas obstinadas que se rehúsan a escuchar y ver. El Padre es Todo Misericordioso y Él velará por todos Sus hijos. Sí, pequeños, ustedes son el incienso para Dios cuando oran por la salvación de sus hermanos. Mientras más oren con fuerza, más poderosas se volverán sus oraciones.

Den gracias al Señor que los ha llamado y, con Su Gracia, los ha hecho escuchar Su llamado. Por lo tanto, oren por aquellos que se niegan a escuchar.

El tiempo apremia y muchos están todavía desprevenidos y en un profundo sueño. Los días pasan volando y Mi Corazón se sume en una profunda tristeza cuando miro desde lo Alto a la juventud de hoy. Falta el amor... pero ellos tampoco han conocido nunca el amor. Muchos de ellos ni siquiera han recibido nunca el calor o el amor de su madre, porque ella no tenía ningún amor que darles. El mundo se ha vuelto frío, de un frío glacial, y los padres se vuelven el uno contra el otro. El hijo se vuelve contra sus padres por falta de amor. La madre rechaza las súplicas de amor del hijo. El mundo está muerto al amor. Yace en una profunda oscuridad, porque el odio, la codicia y el egoísmo dominan la tierra entera hasta su mismo centro.

Estoy estremecida por escenas terribles, con las iniquidades de este mundo oscuro, y por la apostasía que ha penetrado en el mismo Santuario. Los desastres, la hambruna, las aflicciones, la guerra y la peste, todo esto es atraído por ustedes. Todo lo que viene de la tierra vuelve a la tierra. La tierra se está destruyendo a sí misma y no es Dios quien les envía todos estos desastres, como muchos de ustedes tienden a creer. Dios es Justo y Todo Misericordioso, pero el mal atrae el mal.

Oren con fuerza, oren con su corazón por la conversión y la salvación de su era. Hijos Míos, oren Conmigo. Yo necesito sus oraciones. Oren y Yo las ofreceré a Dios.

Yo les aseguro que estoy con ustedes a donde quiera que vayan. Yo nunca los abandono, a ustedes que son Mis hijos.

Yo los bendigo a todos.
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LES AMO, SON LA NIÑA DE MIS OJOS.
MORO EN LA TIERRA, FRUTO DE LAS MANOS DE MI PADRE.
SE ENTRISTECE MI CORAZÓN, SE ABRUMA.

MENSAJE A LUZ DE MARÍA
1° DE FEBRERO 2012

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El 6 de noviembre del año 2010 en Bogotá, Colombia, Ivan uno de los videntes de Medjugorje, habló con la Santisima Virgen María y ella se manifesto con una sonrisa que podemos ver en este video.

jueves, 2 de febrero de 2012

ORACIÓN Y PREPARACIÓN


La Coronilla de la Divina Misericordia

Cómo rezar la coronilla de la DIVINA MISERICORDIA:



La coronilla de la Divina Misericordia es rezada, usando un Rosario común, de cinco decenas. La coronilla de la Divina Misericordia es precedida por dos oraciones de apertura, del diario de Santa Faustina y seguida por una oración final.



Cruz: haga la Señal de la Cruz

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

1.    En la cuenta grande: Inicio (2 opcional Oraciones)



Expiraste Jesús, pero la fuente de la vida brotó para las almas y un océano de misericordia se abrió para el mundo entero. Oh Fuente de Vida, Misericordia Divina inagotable, envuelve a todo el mundo y vacíate sobre nosotros.

Oh Sangre y Agua que brotaron del Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Jesús en ti confío.

1.    Cuenta pequeña: Padre Nuestro



Padre Nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tú Nombre, venga a nosotros Tú Reino, hágase Tú Voluntad así en la Tierra como en el Cielo.

Danos hoy el pan de cada día, perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.

1.    Cuenta pequeña: Ave María



Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

1.    Cuenta pequeña: Credo



Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra y en Jesucristo, su único Hijo, Señor Nuestro, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María la Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos y resucitó al tercer día, subió a los cielos, donde está sentado a la derecha del Padre y desde ahí vendrá con Gloria a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y en la vida eterna. Amén

En las cinco cuentas grandes de cada decena:

Padre Eterno, te ofrezco el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Tú Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena:

Por su dolorosa pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero.

Terminar con Santo Dios (Repetir 3 veces)

(Donde normalmente rezamos el “Gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo…”)

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

Oración final (opcional)

Eterno Dios, en quién la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, Míranos compasivamente y aumenta tu misericordia en nosotros. Que en los momentos difíciles, no nos desesperemos, ni nos desalentemos, pero con gran confianza, nos sometamos a tu Santa Voluntad, que es el amor y la misericordia en sí misma. Amén.


El Santo Rosario (tradicional)

Las 15 promesas de Nuestra Señora a los cristianos que rezan el Santo Rosario:

1.    Todo aquel que Me sirve fielmente rezando el Rosario, recibirá señales de gracias.

2.    Yo prometo Mi especial protección y las mayores gracias a aquellos que rezan el Rosario.

3.    El Rosario será un arma poderosa contra el infierno, destruirá los vicios, disminuirá el pecado y vencerá las herejías.

4.    El hará que las virtudes y las buenas costumbres florezcan; obtendrá para las almas una gran misericordia de Dios; librará el corazón de los hombres del amor por el mundo y sus vanidades y los levantará para el deseo de las cosas eternas.

5.    El alma que se encomienda a Mí con el rezo del Rosario, no perecerá.

6.    Todo aquel que reza el Rosario devotamente, aplicándose a la consideración de sus Sagrados misterios, nunca será dominado por la desgracia. Dios no lo va a castigar con Su justicia, no perecerá de una muerte imprevista, si fuese justo, permanecerá en la gracia de Dios y se volverá digno de la vida eterna.

7.    Todo aquel que tuviera una verdadera devoción al Rosario, no morirá sin los Sacramentos de la Iglesia.

8.    Aquellos que fuesen fieles al rezo del Rosario, tendrán durante su vida y en la hora de su muerte, la luz de Dios y la plenitud de sus gracias y en el momento de la muerte, ellos participarán en los méritos de los Santos en el Paraíso.

9.    Yo libraré del Purgatorio, a aquellos que se dicaren devotamente al Rosario.

10.  Los hijos fieles al Rosario merecerán un alto grado de gloria en el Cielo.

11.  Ustedes obtendrán todo lo que pidan a Mí con el rezo del Rosario.

12.  Todos aquellos que propaguen Mi Rosario serán socorridos por Mi, en sus necesidades.



1.    Yo conseguiré de Mi Divino Hijo, que todos los defensores del Rosario tendrán como intercesores, toda la corte celestial en vida y en la hora de la muerte.

2.    Todos los que recen el Rosario, son Mis hijos y hermanos de Mi único Hijo, Jesucristo.

3.    La devoción a Mi Rosario, es una gran señal de predestinación.



¡Prepárese para una buena confesión!

Examen de conciencia para adultos

Creo en un Salvador que Me ama, que perdona mis pecados y que me da la gracia de volverme santo. Jesucristo, a través del ministerio de Sus sacerdotes, hace ambas cosas en el Sacramento de la Penitencia.

“Así como el Padre Me envió, también Yo os envío…Recibid el Espíritu Santo. A quien le perdonareis los pecados, les serán perdonados, a quién se los retuviereis les serán retenidos.” (Juan 20, 21-23)

“Aunque tus pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve.” (Isaías 1, 18)

“No vine a llamar a los justos, sino a los pecadores.” (Mateo 9, 13)

“Los hombres reciben de Dios un poder que no fue dado a los ángeles ni a los arcángeles. Nunca fue dicho a los espíritus celestes, “lo que atareis o desatareis en la tierra será atado o desatado en el Cielo.” Los príncipes de este mundo solo pueden atar y desatar el cuerpo, el poder del Sacerdote va más allá, alcanza el alma y se ejerce no solo al bautizar, pero aún más en perdonar los pecados. No lo olvidemos pues, al confesar nuestras faltas. Quien se avergüenza de revelar sus pecados a un hombre y no los confiesa, será avergonzado en el Día del Juicio en la presencia de todo el Universo.” (San Juan Crisóstomo, Tratado sobre los sacerdotes, Lib.3)

Oración para antes de la Confesión:

Señor, iluminadme para verme a mí mismo tal como Vos me veis y dadme la gracia de arrepentirme, verdadera y efectivamente de mis pecados. Oh Virgen Santísima ayudadme a hacer una buena confesión.

Cómo confesarse:

Antes de más, examine bien su conciencia. En seguida, diga al sacerdote qué pecados específicos cometió y con la mayor exactitud posible, cuantas veces los cometió desde la última buena confesión. Solo es obligado confesar los pecados mortales, visto que puede obtener el perdón de sus pecados veniales a través de sacrificios y obras de caridad. Si tuviera duda de si un pecado es mortal o venial, mencione al confesor la duda. Recuérdese también de que la confesión de pecados veniales, ayuda mucho a evitar el pecado y avanzar en dirección al Cielo.

Condiciones necesarias para un pecado mortal:

1.    Materia grave.

2.    Reflexión suficiente.

3.    Pleno consentimiento de la voluntad.



Consideraciones preliminares:

1.    ¿Alguna vez dejé de confesar un pecado grave o conscientemente disfracé o escondí el tal pecado?

Nota: Esconder deliberadamente un pecado mortal, invalida la confesión y es igualmente pecado mortal. Recuérdese que la confesión es privada y sujeta a Sigilo Sacramental, lo que quiere decir es pecado mortal que un sacerdote revele a quien quiera que sea, la materia de una confesión y si, cualquier sacerdote hiciere esto, este delito es castigado por la Iglesia, con la excomunión de este sacerdote.

¿Alguna vez fui irreverente con este Sacramento, no examinando mi conciencia con el debido cuidado?

¿Alguna vez dejé de cumplir la penitencia que el sacerdote me impuso?

¿Tengo cualesquiera hábitos de pecado grave que deba confesar pronto en el inicio (por ejemplo impureza, alcoholismo, etc.)?



PRIMER MANDAMIENTO:

Yo soy el Señor tu Dios. No tendrás dioses extraños delante de Mí. (Incluyendo pecados contra la Fe, Esperanza y Caridad)

1.¿Descuidé el conocimiento de mi fe, tal como el Catecismo lo enseña, tal como el Credo de los Apóstoles, los Diez Mandamientos, los Siete Sacramentos, el Padre Nuestro, etc.?

2. ¿Alguna vez dudé deliberadamente de alguna enseñanza de la Iglesia, o lo negué?

3. ¿Tomé parte en un acto de culto no católico?

4. ¿Soy miembro de alguna organización religiosa no católica, de alguna sociedad secreta o grupo anti-católico?

5. ¿Alguna vez leí, con conciencia de lo que hacía, alguna literatura herética, blasfema o anti-católica?

6. ¿Practiqué alguna superstición (tales como horóscopos, adivinación, tabla Ouija, espiritismo, magia blanca, magia negra, candomblé, umbanda, vodoo,…etc.?

7. ¿Omití algún deber o práctica religiosa por respeto humano?

8. ¿Me encomiendo a Dios diariamente?

9. ¿He rezado fielmente mis oraciones diarias?

10. ¿Abusé de los Sacramentos de alguna manera? ¿Los recibí con irreverencia, como, por ejemplo, la comunión en la mano sin obedecer los principios y las siete reglas promulgadas por el Papa Pablo VI, como siendo obligatorias en este caso?

11. ¿Cambié a Dios, a Nuestra Señora, a los Santos, a la Iglesia, a los Sacramentos o a cualquier cosa santa?

12. ¿Fui culpado de gran irreverencia a la Iglesia, como, por ejemplo, en conversaciones, comportamiento o el modo como estaba vestido?

13. ¿Fui indiferente en cuanto a Mi fe católica, creyendo que una persona puede salvarse en cualquier religión o que todas las religiones son iguales?

14. ¿Presumí en cualquier momento, que tenía garantizada la misericordia de Dios?

15. ¿Desesperé de la misericordia de Dios?

16. ¿Detesté a Dios?

17. ¿Di demasiada importancia a alguna creatura, actividad, objeto u opinión?

SEGUNDO MANDAMIENTO:

No tomarás el Nombre del Señor tu Dios en vano.

1.    ¿Juré en el nombre de Dios, falsamente, impensadamente o en asuntos triviales o sin importancia?

2.    ¿Murmuré o me quejé en contra de Dios (blasfemia)?

3.    ¿Me maldije a mi mismo o a otra persona o creatura?

4.    ¿Provoqué a alguien a ira, para hacer maldecir o blasfemar a Dios?

5.    ¿Quebré una promesa hecha a Dios?



TERCER MANDAMIENTO:

Recuerda santificar el Día Domingo

1.    ¿Falté a misa en domingo o día de guardar?

2.    ¿Llegué atrasado a misa en domingo o día de guardar o salí más temprano por mi culpa?

3.    ¿Hice que otras personas faltaran a misa en domingo o día de guardar o que salieran más temprano o llegaran más tarde?

4.    ¿Estuve distraído a propósito durante la misa?

5.    ¿Hice o mandé hacer trabajo servil innecesario en domingo o día de guardar?

6.    ¿Compré o vendí cosas sin necesidad en domingo o día de guardar?



CUARTO MANDAMIENTO:

Honra a tu padre y a tu madre

1.    ¿Desobedecí a mis padres, les falté al respeto, me descuidé en ayudarles en sus necesidades o en la compilación de su testamento o me rehusé a hacerlo?

2.    ¿Mostré irreverencia en relación a personas en posición de autoridad?

3.    ¿Insulté o dije mal de los sacerdotes o de otras personas consagradas a Dios?

4.    ¿Tuve menos reverencia para personas de edad?

5.    ¿Traté mal a mi esposa o a mis hijos?

6.    ¿Fui desobediente a mi marido o le falté al respeto?

7.    Sobre mis hijos:

¿Descuidé sus necesidades materiales?

¿No traté de hacerles bautizar temprano? *

¿Descuidé su educación religiosa correcta?

¿Permití que ellos descuidaran sus deberes religiosos?

¿Consentí que se encontraran o enamoraran sin haber hipótesis de celebrar matrimonio en el futuro próximo? (San Alfonso propone un año en lo máximo)

¿Dejé de vigilar las compañías en que andan?

¿Dejé de disciplinarles cuando es necesario?



¿Les escandalicé discutiendo con mi cónyuge en frente de ellos?

¿Les escandalicé diciendo imprecaciones y obscenidades en frente de ellos?

¿Guardé la modestia en mi casa?

¿Les permití que usaran ropa inmodesta (minifaldas, pantalones ajustados, vestidos o camisetas ajustados, blusas transparentes, pantalones cortos muy cortos, trajes de baño muy reveladores, etc.)?

¿Les negué la posibilidad de casarse o de seguir una vocación religiosa?



*Un niño debe ser bautizado cerca de una semana o diez días después de su nacimiento.

QUINTO MANDAMIENTO:

No matarás

1.    ¿Busqué, deseé o apresuré la muerte o el herimiento de alguien?

2.    ¿Alimenté odio contra alguien?

3.    ¿Oprimí a alguien?

4.    ¿Deseé vengarme?

5.    ¿Provoqué enemistad entre otras personas?

6.    ¿Discutí o luché contra alguien?

7.    ¿Deseé mal a alguien?

8.    ¿Quise herir o matar a alguien o intenté hacerlo?

9.    ¿Me rehúso a hablar con alguien o tengo resentimiento con alguien?

10.  ¿Me alegré de la desgracia ajena?

11.  ¿Tuve celos o envidia de alguien?

12.  ¿Hice o intenté hacer un aborto o aconsejé a alguien que lo hiciera?

13.  ¿Estoy usando el DIU (dispositivo intrauterino) o píldoras del día siguiente? (practicar el sexo con DIU o píldoras del día siguiente ES ABORTO!!! Si la mujer quedó embarazada)

14.  ¿Mutilé el cuerpo innecesariamente de alguna manera?

15.  ¿Consentí pensamientos de suicidio, deseé o intenté suicidarme?

16.  ¿Me embriagué o use drogas ilícitas?

17.  ¿Comí demás o no como lo suficiente por descuido?

18.  ¿Dejé de corregir a alguien dentro de las normas de la caridad?

19.  ¿Causé daño al alma de alguien, especialmente niños, dando escándalo a través del mal ejemplo?

20.  ¿Hice mal a mi alma, exponiéndola intencionalmente y sin necesidad a tentaciones, como programas de TV, música reproblable, playas, etc.?



SEXTO Y NOVENO MANDAMIENTOS:

No cometerás adulterio

No codiciarás a la mujer (hombre) del prójimo

1.    ¿Negué a mi cónyuge sus derechos matrimoniales?

2.    ¿Practiqué el control de la natalidad (con píldoras, dispositivos, interrupción)?

3.    Abusé de mis derechos matrimoniales de algún otro modo?

4.    ¿Cometí adulterio o fornicación (sexo antes del casamiento)?

5.    ¿Cometí algún pecado impuro contra la naturaleza (homosexualidad, lesbianismo, etc.)?

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1.    Toqué o abracé a otra persona de forma impura?

2.    ¿Intercambié besos prolongados o apasionados?

3.    ¿Practique el intercambio prolongado de caricias?

4.    ¿Pequé impuramente contra mí mismo (masturbación)?

5.    ¿Consentí en pensamientos impuros o tuve placer en ellos?

6.    ¿Consentí en deseos impuros para con alguien o deseé conscientemente ver o hacer alguna cosa impura?

7.    ¿Me entregué conscientemente a placeres sexuales, completos o incompletos?

8.    ¿Fui ocasión de pecado para otros, por usar ropa ajustada, transparente, corta o de algún modo inmodesta?

9.    ¿Hice alguna cosa, deliberadamente o por descuido, que pudiese provocar pensamientos o deseos impuros en otra persona?

10.  ¿Leí libros indecentes o vi figuras obscenas?

11.  ¿Vi películas o programas de televisión sugestivos o pornografía en internet o permití que mis hijos lo vieran?

12.  ¿Usé lenguaje indecente o conté historias indecentes?

13.  ¿Oí tales historias de buena voluntad?



19. ¿Me jacté de mis pecados o me deleité en recordar pecados antiguos?

20. ¿Estuve en compañías indecentes?

21. ¿Consentí en miradas impuras?

22. ¿Dejé de controlar mi imaginación?

23. ¿Recé inmediatamente para apartar malos pensamientos y

tentaciones?

24. ¿Evité la pereza y la gula, la ociosidad y las ocasiones de impureza?

25. ¿Fui a bailes inmodestos o piezas de teatro indecentes?

26. ¿Me quedé solo sin necesidad, en compañía de alguien del sexo opuesto?

Note bien: No tenga recelo de confesar al sacerdote, cualquier pecado impuro que haya cometido. No esconda o intente disfrazarlo. El sacerdote está ahí para ayudar y perdonar. Nada de lo que pueda decir lo escandalizará, por eso, no tenga miedo, por más avergonzado que esté.

SETIMO Y DÉCIMO MANDAMIENTO:

No Robarás

No codiciarás los bienes del prójimo

1.    ¿Robé alguna cosa, qué y cuánto?

2.    ¿Dañé la propiedad de otro?

3.    ¿Dejé echar a perder, por negligencia, la propiedad de otro?

4.    ¿Fui negligente en guardar dinero o bienes de otros?

5.    ¿Hice trampas o defraudé a alguien?

6.    ¿Jugué en exceso?

7.    ¿Me rehusé a pagar alguna deuda o me descuidé en su pago?

8.    ¿Adquirí alguna cosa que sabía que era robada?

9.    ¿Dejé de devolver alguna cosa que era prestada?

10.  ¿Dañé a mi patrón, no trabajando como se esperaba de mí?

11.  ¿Fui deshonesto con los salarios de mis empleados?



1.    ¿Rehusé a ayudar a alguien que necesitaba urgentemente de auxilio o me descuidé en hacerlo?

2.    ¿Dejé de restituir lo que robé o obtuve por embuste o fraude? (pregunte al sacerdote cómo puede restituir, o sea, devolver al legítimo dueño, lo que le robó?

3.    ¿Tuve envidia de alguien por tener lo que no tengo?

4.    ¿Codicié los bienes de alguien?

5.    ¿He sido avaro?

6.    ¿He sido ambicioso y envidioso, dando demasiada importancia a los bienes y comodidades materiales? ¿O mi corazón se inclina más para las posesiones terrenas o para los verdaderos tesoros del Cielo?



OCTAVO MANDAMIENTO:

No levantarás falso testimonio contra tu prójimo

1.    ¿Mentí a respecto de alguien (calumnia)?

2.    ¿Mis mentiras causaron a alguien daños materiales o espirituales?

3.    ¿Hice juicios temerarios, respecto a alguien (esto es, creí firmemente, sin pruebas suficientes, que el prójimo era culpable de algún defecto moral o crimen)?

4.    ¿Dañé el nombre de alguien, revelando faltas auténticas, pero ocultas (maledicencia, difamación, etc.)

5.    ¿Cometí injuria o contumelia, esto es; dañé injustamente la honra del prójimo en su presencia?

6.    ¿Cometí detracción, esto es, dañé injustamente la fama del prójimo ausente?

7.    ¿Revelé los pecados de otra persona?

8.    ¿Fui culpado de hacer intrigas (esto es, de contar algunas cosas desfavorables que alguien dice de otra persona, para crear enemistad entre ellas)?

9.    ¿Di crédito o apoyo a la divulgación de escándalos sobre mi prójimo?

10.  ¿Juré en falso o firmé documentos falsos?

11.  ¿Soy crítico o negativo sin necesidad o falto a la caridad en mis conversaciones?

12.  ¿Lisonjeé a otras personas, e.g., alabándolas fingidamente, para obtener así algún provecho?




Las obras de Misericordia, espirituales y corporales

¿Me descuidé de en el cumplimiento de las obras siguientes, cuando las circunstancias me lo pedían?

Las siete obras de Misericordia espirituales

1 Corregir a los que erran.

2 Enseñar a los ignorantes.

3 Dar buen consejo.

4 Consolar a los tristes.

5 Sufrir con paciencia las debilidades del prójimo.

6 Perdonar las injusticias por amor a Dios.

7 Rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Las siete obras de Misericordia corporales

1 Dar de comer la que tiene hambre.

2 Dar de beber al que tiene sed.

3 Vestir a que está desnudo.

4 Visitar y rescatar a los cautivos.

5 Dar posada a los peregrinos

6 Visitar a los enfermos.

7 Enterrar a los muertos.

Los siete pecados capitales y las virtudes opuestas

1 Soberbia Humildad

2 Avaricia Liberalidad

3 Lujuria Castidad

4 Ira Paciencia

5 Gula Templanza

6 Envidia Caridad

7 Pereza Diligencia

Los cinco efectos del orgullo

1 Vanagloria a., jactancia b. Sigilo/Duplicidad

2 Ambición

3 Desprecio de otros

4 Ira/Venganza/Resentimiento

5 Testarudez/obstinación

Nueve maneras de ser cómplice del pecado de otro

A ¿Alguna vez hice que otros pecaran?

B ¿Alguna vez cooperé en los pecados de otro?

1 ¿Aconsejando?

2 ¿Mandando?

3 ¿Consintiendo?

4 ¿Provocando?

5 ¿Lisonjeando?

6 ¿Ocultando?

7 ¿Compartiendo?

8 ¿Silenciando?

9 ¿Defendiendo el mal hecho?

Los cuatro pecados que gritan a los Cielos

1 Homicidio voluntario

2 El pecado de sodomía o lesbianismo

3 La opresión de los pobres, huérfanos y viudas

4 No pagar el salario justo a quien trabaja

Los cinco Mandamientos de la Iglesia

1 ¿Participé de la misa entera los domingos o días de guardar?

2 ¿Cumplí el ayuno y la abstinencia los días prescritos y guardé el ayuno eucarístico?

3 ¿Me confesé por lo menos una vez al año?

4 ¿Recibí la Sagrada Eucaristía por lo menos una vez al año en la estación de la Pascua de Resurrección?

5 ¿Contribuí, tanto como puedo, para el apoyo de la Iglesia?

Y también:

¿Observé las leyes de la Iglesia sobre el matrimonio, o sea, en cuanto al matrimonio en presencia de un sacerdote o en el caso de un matrimonio con un pariente o un no católico?

Las cinco blasfemias contra el Inmaculado Corazón de María

1 ¿Blasfemé contra la Inmaculada Concepción?

2 ¿Blasfemé contra la Virginidad Perpetua de Nuestra Señora?

3 ¿Blasfemé contra la Maternidad Divina de Nuestra Señora?

4 ¿Dejé de reconocer a Nuestra Señora como Madre de todos los hombres?

5 ¿Intenté públicamente sembrar en los corazones de los niños, indiferencia o desprecio o así mismo odio, en relación a su Madre Inmaculada?

6 ¿La ultrajé directamente en Sus santas imágenes?

Finalmente:

Recibí la Sagrada Comunión en estado de pecado mortal? (Este es un sacrilegio muy grave)

El examen de los pecados veniales de San Antonio María Claret

El alma debe evitar todos los pecados veniales, especialmente los que abren camino al pecado grave. Oh alma mía, no basta desear firmemente, antes sufrir la muerte que cometer un pecado grave. Es necesario tener resolución semejante, en relación al pecado venial. Quién no encuentra en sí esta voluntad, no puede sentirse seguro.

No hay nada que nos pueda dar tal certeza de salvación eterna de que una preocupación constante en evitar el pecado venial, por insignificante que sea, y un celo decidido y general, que alcance todas las prácticas de la vida espiritual, celo en la oración y en las relaciones con Dios, celo en la mortificación y en la negación de los apatitos, celo en obedecer y en renunciar a la propia voluntad, celo en el amor de Dios y del prójimo. Para alcanzar este celo y conservarlo, debemos querer firmemente evitar siempre los pecados veniales, especialmente los siguientes:

1.    El pecado de dar entrada en el corazón, cualquier sospecha no razonable u opinión injusta respecto al prójimo.

2.    El pecado de iniciar una conversación sobre los defectos del otro o de faltar a la caridad de cualquier otra manera, aunque sea levemente.

3.    El pecado de omitir, por pereza, nuestras prácticas espirituales o de cumplirlas con negligencia voluntaria.

4.    El pecado de mantener un afecto desordenado por alguien.

5.    El pecado de tener demasiada autoestima por sí mismo o de demostrar satisfacción vana, por cosas que nos dicen al respecto.

6.    El pecado de recibir los Santos Sacramentos de forma descuidada, con distracciones y otras irreverencias y sin preparación seria.



1.    Impaciencia. Resentimiento, rechazo en aceptar decepciones, como venidas de la Mano de Dios, porque esto pone obstáculos en los caminos de los decretos y disposiciones de la divina Providencia, en cuanto a nosotros.

2.    El pecado de proporcionarnos una ocasión que pueda, aunque remotamente, manchar una condición inmaculada de la santa pureza.

3.    El pecado de esconder a propósito nuestras malas inclinaciones, flaquezas y mortificaciones auto impuestas, de quién debería saber de ellas, queriendo seguir el camino de la virtud, de acuerdo con los caprichos individuales y no según la dirección de la obediencia. (Nota: Hablase aquí de situaciones en que encontramos aconsejamiento digno, si lo buscamos, pero nosotros, a pesar de eso, preferimos seguir nuestras propias luces, no obstante flojas.

Oración para una buena confesión:

Mi Dios, por causa de mis pecados graves, crucifiqué de nuevo a tu Divino Hijo y me burlé de El. Por esto soy merecedor de vuestra cólera y me expongo al fuego del infierno. Y cuánto fui ingrato con voz, mi Padre del Cielo, que me creaste de la nada, me redimiste por la preciosísima sangre de Vuestro Hijo y me santificaste por Vuestros santos Sacramentos y por el Espíritu Santo. Más Vos me salvaste por Vuestra misericordia, para que yo pudiese hacer esta confesión. Recibidme, pues, como Vuestro hijo pródigo y dadme la gracia de una buena confesión, para que pueda recomenzar a amaros de toso corazón y toda mi alma y para que pueda, a partir de ahora, cumplir Vuestros Mandamientos y sufrir con paciencia, los castigos temporales, que puedan caer sobre mí. Espero, por Vuestra bondad y poder, obtener la vida eterna en el Paraíso. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Nota final

Acuérdese de confesar los pecados, con arrepentimiento sobrenatural, teniendo una resolución firme de no volver a pecar y de evitar situaciones que lleven al pecado. Pida a su confesor, que lo ayude a superar, alguna dificultad que tenga en hacer una buena confesión. Cumpla prontamente su penitencia.

Acto de contrición

Dios mío, porque sois infinitamente bueno y Os amo de todo corazón, me pesa de haberte ofendido y con el auxilio de Vuestra divina gracia, propongo firmemente enmendarme y nunca más Volveros a ofender. Pido y espero, el perdón de mis culpas, por Vuestra infinita misericordia. Amén.