FUENTE INAGOTABLE DE LUZ

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¡ILUMÍNANOS!

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO
Sagrados Corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto,

viernes, 21 de marzo de 2014

Abre mi corazón Señor...



Para pedir arrepentimiento
Autor:


Dios omnipotente y misericordioso,
abre mis ojos para que descubra el mal que he hecho;
toca mi corazón, para que,
con sinceridad, me convierta a ti.
Restaura en mí tu amor,
para que resplandezca en mi vida la imagen de tu Hijo

2
Padre misericordioso y consolador,
Tú, que dijiste: «Yo quiero la conversión del pecador
y no su muerte»,
ayúdame a escuchar tu palabra,
confesar mis pecados,
darte gracias por el perdón que me otorgas.
Ayúdame a comportarme con sinceridad
en el camino del amor,
y a crecer en Cristo a través de todos los acontecimientos.

3
Señor Jesús,
cuando Pedro negó tres veces
tú lo miraste con amor misericordioso
para que llorase su pecado
y se convirtiese a ti de todo corazón,
mírame y mueve mi corazón
para que vuelva a ti
y te siga fielmente durante toda mi vida.

4
Señor, que eres justo y clemente con todos los
que te invocan.
Tú conoces mi pecado y mi injusticia.
Tú sabes también mis buenos deseos.
Escucha mi oración,
y dame la gracia de volver a ti,
por una conversión y reconciliación sinceras.

5
Señor, Dios todopoderoso,
tú eres el Padre de todos.
Tú has creado a los hombres
para que vivan en tu casa
y alaben tu gloria.
Abre mi corazón para escuchar tu voz
y, pues me he apartado de ti por el pecado,
haz que vuelva a ti de todo corazón
y te reconozca como Padre,
lleno de misericordia para todos los que te invocan.
Corrígeme para que me aparte del mal
y perdona mis pecados.
Dame la alegría de tu salvación
para que, retornando junto a ti,
me alegre en el banquete de tu casa
ahora y siempre y por los siglos de los siglos

6
Señor:
sabes mis indecisiones y mis cansancios;
ahora mismo quisiera empezar y no me atrevo;
muchas veces me confieso por rutina,
pero hoy no quisiera que fuese así.
Dame la gracia
de conocerme tal como soy,
de profundizar en mis intenciones últimas,
de descubrir las raíces de mis pecados.
de arrepentirme de veras.
Haz que, de tu mano,
recorra el camino de la penitencia,
para llegar a ti, renovado sinceramente.

7
Oh Dios, que me llamas de las tinieblas a tu luz,
de la mentira a la verdad,
de la muerte a la vida;
infunde en mí tu Espíritu Santo
que abre el oído
y fortalece el corazón,
para que perciba mi vocación cristiana
y avance decididamente por el camino
que me conduce a la verdadera vida cristiana.

8
Absuélveme, Señor,
de todos mis pecados.
Concédeme el perdón de mis culpas,
para que te sirva con espíritu libre.

9
Señor, Dios nuestro,
que no te dejas vencer por las ofensas de los hombres
y te aplacas con su arrepentimiento.
Mírame, pues soy pecador,
y concédeme celebrar los sacramentos de tu misericordia.
Haz que sea capaz de corregir mi vida,
para poder gozar de las alegrías eternas.

10
Señor Dios nuestro.
Me duele haberte ofendido
y haber hecho daño a mis hermanos.
Concédeme una sincera conversión y suscita en mí
el amor a ti y al prójimo.

11
Señor Jesucristo.
por tu pasión y por tu cruz me has redimido
y me has dado ejemplo de paciencia y de caridad.
Me duele haberte ofendido y haber sido negligente
en tu servicio y en el de mis hermanos.
Concédeme una sincera conversión V suscita en mí
el amor a ti y al prójimo.

12
Señor, Espíritu Santo.
Tú nos hablas en la Iglesia
y en lo más profundo de la conciencia,
moviendo nuestros corazones a obrar el bien.
Me duele haberte ofendido
con mi desobediencia y dureza de corazón.
Concédeme una sincera conversión y suscita en mí
el amor a ti y al prójimo.

13
Señor Dios, tú conoces todo.
Conoces también mi sincera voluntad
de servirte mejor a ti y a mis hermanos.
Mírame y escucha mis súplicas.
Concédeme la gracia de una verdadera conversión.
Suscita en mí el espíritu de penitencia
y confirma mis propósitos.
Perdona mis pecados y sé indulgente con mis defectos.
Llena mi corazón de espíritu de confianza y generosidad.
Hazme discípulo fiel de tu Hijo
y miembro vivo de su Iglesia.
Amen

jueves, 6 de marzo de 2014

Cuaresma – Según María Valtorta – “El Evangelio tal como me ha sido revelado”


Ayer miércoles de ceniza comenzó la Cuaresma. Me preguntaban que significaba para los católicos: “Oficialmente, la Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza y termina justo antes de la “Misa de la Cena del Señor” en la tarde del Jueves Santo. La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba de Jesús al vivir durante 40 días en el desierto previos a su misión pública.”

He encontrado en los libros de María Valtorta “El Evangelio tal como me ha sido revelado” lo que Jesús vivió durante esos 40 días en el desierto:

“Ante mí la soledad pedregosa que había contemplado a mi izquierda en la visión del bautismo de Jesús en el Jordán.
Pero debo haberme adentrado mucho en ella, porque no veo en absoluto el hermoso río lento y azul, ni la vena de hierba que

sigue su curso por las dos orillas, como alimentada por aquella arteria de agua. Aquí, sólo soledad, pedruscos, tierra tan abrasada, que ha quedado reducida a polvo amarillento que de vez en cuando el viento levanta en pequeños remolinos que parecen hálito de boca febril por lo seco y calientes que están; muy molestos por el polvo que con ellos penetra en la nariz y en la faringe. Muy raros, algún pequeño matorral espinoso, que ha resistido — quién sabe por qué — en aquella desolación:
parecen los restos de mechones de cabellos en la cabeza de un calvo. Arriba, un cielo despiadadamente azul; abajo, el terreno árido; en torno, rocas y silencio. Esto es lo que veo, por lo que a la naturaleza se refiere.

Apoyado en una roca que, por su forma, crea una covacha, y sentado en una piedra que ha sido arrastrada hasta la oquedad, está Jesús. Se resguarda así del sol ardiente. Y el interno consejero me indica que esa piedra, en la que ahora está sentado, es también su reclinatorio y su almohada cuando descansa breves horas envuelto en su manto bajo la luz de las estrellas y el aire frío de la noche. Ahí cerca está la bolsa que le vi tomar antes de salir de Nazaret: todo su haber; por lo flácida que aparece, comprendo que está vacía de la poca comida que en ella había puesto María.
Jesús está muy delgado y pálido. Está sentado, con los codos apoyados en las rodillas y los antebrazos hacia fuera, con las manos unidas y entrelazadas por los dedos. Medita. De vez en cuando, levanta la mirada y la dirige a su alrededor y mira al Sol, que está alto, casi a plomada, en el cielo azul. De vez en cuando, y especialmente después de dirigir la mirada en torno a sí y alzarla hacia la luz solar, como con vértigo, cierra los ojos y se apoya en la peña que le sirve de cobijo. Veo aparecer el feo hocico de Satanás. No se presenta de la forma con que nos lo imaginamos: con cuernos, rabo, etc. Parece un beduino envuelto en su vestido y en su gran manto, que se asemeja a un disfraz de dominó. En la cabeza, el turbante, cuyas faldas blancas caen sobre los hombros y a ambos lados de la cara para protegerlos. De manera que, de la cara, puede verse un pequeño triángulo muy moreno, de labios delgados y sinuosos, de ojos negrísimos y hundidos, llenos de destellos magnéticos. Dos pupilas que te leen en el fondo del corazón, pero en las que no lees nada o una sola palabra: misterio.
Lo opuesto del ojo de Jesús, también muy magnético y fascinante, que te lee en el corazón, pero en el que tú lees también que

en su corazón hay amor y bondad hacia ti. El ojo de Jesús es una caricia en el alma. Este es como un doble puñal que te perfora y quema. Se acerca a Jesús:

-¿Estás sólo?

Jesús lo mira y no responde.
-¿Cómo es que estás aquí? ¿Te has perdido?.
Jesús vuelve a mirarlo y calla.
- Si tuviera agua en la cantimplora, te la daría, pero yo también estoy sin ella. Se me ha muerto el caballo y me dirijo a pie al vado. Allí beberé y encontraré a alguien que me dé un pan. Sé el camino. Ven conmigo. Te guiaré.



Jesús ya ni siquiera alza los ojos.
-¿No respondes? ¿Sabes que si te quedas aquí mueres? Ya se levanta el viento. Va a haber tormenta. Ven».
Jesús aprieta las manos en muda oración.
-¡Ah, entonces eres Tú! ¡Hace mucho que te busco! Y hace mucho que te vengo observando. Desde el momento en que fuiste bautizado. ¿Llamas al Eterno? Está lejos. Ahora estás en la tierra, entre los hombres. Y sobre los hombres reino yo. Pero, me das pena y quiero ayudarte, porque eres bueno y has venido a sacrificarte por nada. Los hombres te odiarán por tu bondad.
No entienden más que de oro, comida y sensualidad. Sacrificio, dolor, obediencia, son para ellos palabras más muertas que esta tierra que tenemos a nuestro alrededor. Son aún más áridos que este polvo. Sólo la serpiente y el chacal pueden esconderse aquí, esperando morder o despedazar a alguno. Vámonos. No merece la pena sufrir por ellos. Los conozco más que Tú.



Satanás se ha sentado frente a Jesús, lo escudriña con su mirada tremenda y sonríe con su boca de serpiente. Jesús
sigue callado y ora mentalmente.



Tú desconfías de mí. Haces mal. Yo soy la sabiduría de la Tierra. Puedo ser maestro tuyo para enseñarte a triunfar. Mira:
lo importante es triunfar. Luego, cuando uno se ha impuesto, cuando ha engatusado al mundo, puede conducir a éste a donde quiera. Pero primero hay que ser como les gusta a ellos, como ellos. Seducirlos haciéndoles creer que los admiramos y seguimos su pensamiento.
Eres joven y atractivo. Empieza por la mujer, Siempre se debe comenzar por ella. Yo me equivoqué induciendo a la mujer a la desobediencia. Debería haberla aconsejado de otra forma. Habría hecho de ella un instrumento mejor y habría vencido a Dios. Actué precipitadamente. ¡Pero Tú…! Yo te enseño porque un día deposité en tí mi mirada con júbilo angélico y aún me queda un resto de aquel amor, escúchame y usa mi experiencia: búscate una compañera. Adonde Tú no llegues, ella llegará. Eres el nuevo Adán, debes tener tu Eva.
Además, ¿cómo podrás comprender y curar las enfermedades de la sensualidad si no sabes lo que son? ¿No sabes que es ahí donde está el núcleo del que nace la planta de la codicia y del afán de poder? ¿Por qué el hombre quiere reinar? ¿Por qué quiere ser rico, potente? Para poseer a la mujer. Ésta es como la alondra. Tiene necesidad de algo que brille para sentirse atraída. El oro y el poder son las dos caras del espejo que atraen a las mujeres y las causas del mal en el mundo. Mira: detrás de mil delitos de distinta naturaleza, hay al menos novecientos que tienen raíz en el hambre de posesión de la mujer o en la voluntad de una mujer consumida por un deseo que el hombre aún no satisface, o ya no satisface. Ve a la mujer, si quieres saber qué es la vida. Sólo después sabrás atender y curar los males de la Humanidad.
¡Es bonita la mujer! No hay nada más hermoso en el mundo. El hombre tiene el pensamiento y la fuerza. ¡Pero la mujer!… Su pensamiento es un perfume, su contacto es caricia de flores, su gracia es como vino que entra, su debilidad es como madeja de seda o rizo de niño en las manos del hombre, su caricia es fuerza que se vierte en la nuestra y la enciende. El dolor, la fatiga, la aflicción, quedan anulados cuando se está junto a una mujer y ella entre nuestros brazos como un ramo de flores.

Pero, ¡qué tonto soy! Tú tienes hambre y te hablo de la mujer. Tu vigor está exhausto Por ello, esta fragancia de la Tierra, esta flor de la creación, este fruto que da y suscita amor, te parece sin importancia. Pero, mira estas piedras: ¡qué redondeadas son y qué pulidas están, doradas bajo el Sol que cae!; ¿no parecen panes? Tú, Hijo de Dios, no tienes más que decir ”quiero”, para que se transformen en oloroso pan como el que ahora están sacando del horno las amas de casa para la cena de sus familiares. Y estas acacias tan secas, si Tú quieres, ¿no pueden llenarse de dulces pomos, de dátiles de miel?
¡Sáciate, oh Hijo de Dios! Tú eres el Dueño de la Tierra. Ella se inclina para ponerse a tus pies y quitarte el hambre.
¿Ves cómo te pones pálido y te tambaleas con solo oír nombrar el pan? ¡Pobre Jesús! ¿Estás tan débil, que ya no puedes ni siquiera dominar el milagro? ¿Quieres que lo haga yo en tu lugar? No estoy a tu altura, pero algo puedo. Me quedaré falto de fuerzas durante un año, las reuniré todas, pero te quiero servir porque Tú eres bueno y siempre me acuerdo que eres mi Dios, aunque me haya hecho indigno de llamarte tal. Ayúdame con tu oración para que pueda….


- Calla. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que viene de Dios.



El demonio siente una sacudida de rabia. Le rechinan los dientes y aprieta los puños; de todas formas, se contiene y transforma su mueca en sonrisa.



- Comprendo, Tú estás por encima de las necesidades de la Tierra y te da repugnancia el servirte de mí. Me lo he merecido. ‘Ven, entonces, y ve lo que hay en la Casa de Dios, ve cómo incluso los sacerdotes no rehúsan hacer transacciones entre el espíritu y la carne; porque, al fin y al cabo, son hombres y no ángeles. Cumple un milagro espiritual. Yo te llevo al pináculo del Templo, Tú transfigúrate en belleza allí arriba, y luego llama a las cohortes de ángeles y di que hagan de sus alas entrelazadas alfombra para tus pies y te porten así al patio principal. Que te vean y se acuerden de que Dios existe. De vez en 
cuando es necesario manifestarse, porque el hombre tiene una memoria muy frágil, especialmente en lo espiritual. Tú sabes qué dichosos se sentirán los ángeles de proteger tu pie y servirte de escalera cuando bajes.




-”No tientes al Señor tu Dios”, está escrito.
- Comprendes que tu aparición tampoco mudaría las cosas y el Templo continuaría siendo un mercado y un lugar de corrupción. Tu divina sabiduría sabe que los corazones de los ministros del Templo son un nido de víboras, que se devoran, y devoran, con tal de aumentar su poder. Sólo los doma el poder humano.



Ven entonces. Adórame. Yo te daré la Tierra. Alejandro, Ciro, Cesar, todos los mayores dominadores pasados o vivos serán semejantes a jefes de mezquinas caravanas respecto a tí, que tendrás a todos los reinos de la Tierra bajo tu cetro, y con los reinos todas las riquezas, todas las cosas bellas de la tierra, y mujeres y caballos y soldados y templos. Podrás poner en alto en todas partes tu Signo, cuando seas Rey de los reyes y Señor del mundo. Entonces te obedecerá y venerará el pueblo y el sacerdocio. Todas las castas te honrarán y servirán, porque serás el Poderoso, el Único, el Señor.

¡Adórame aunque sólo sea un momento! ¡Quítame esta sed que tengo de ser adorado! Es la que me ha perdido, pero ha quedado en mí y me quema. Las llamaradas del infierno son aire fresco de la mañana respecto a este ardor que me quema por dentro. Es mi infierno, esta sed. ¡Un momento, un momento sólo, Cristo, Tú que eres bueno! ¡Un momento, aunque sólo sea, de gozo, al eterno Atormentado! Hazme sentir lo que quiere decir ser dios, y me tendrás devoto, obediente como siervo, durante toda la vida, en todas tus empresas. ¡Un momento! ¡Un solo momento, y no te atormentaré más!


Satanás cae de rodillas, suplicando.

Jesús, por el contrario, se ha levantado. Ha adelgazado en estos días de ayuno y parece aún más alto. Su rostro tiene un terrible aspecto de severidad y potencia, sus ojos son dos zafiros abrasadores, su voz es un trueno que resuena en la oquedad de la roca y se esparce por el pedregal y el llano desolado cuando dice:

- Vete, Satanás. Está escrito: “Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás”.





Satanás, con un alarido de condenado desgarro y de odio indescriptible, sale corriendo (tremendo ver su furiosa, humeante persona). Y desaparece con un nuevo alarido de maldición.


Jesús se sienta cansado, apoyando hacia atrás la cabeza contra la roca. Parece exhausto. Suda. Pero seres angélicos vienen a mover suavemente el aire con sus alas en el ambiente de bochorno de la cueva, purificándolo y refrescándolo. Jesús abre los ojos y sonríe. No lo veo comer. Yo diría que se nutre del aroma del Paraíso, obteniendo así nuevas fuerzas.



El Sol desaparece por el poniente. Jesús toma su vacío talego y, acompañado por los ángeles que producen una tenue luz suspendidos sobre su cabeza mientras la noche cae rapidísima, se dirige hacia el este, mejor dicho, hacia el nordeste. Ha recuperado su expresión habitual, el paso seguro. Sólo queda, como recuerdo del largo ayuno, un aspecto más ascético en su rostro delgado y pálido y en sus ojos, absortos en una alegría que no es de esta Tierra.

Dice Jesús (a María Valtorta):

- Ayer estabas sin tu fuerza, que es mi voluntad; eras, por tanto, un ser semivivo. He permitido reposar a tus miembros, te he sometido al único ayuno que te pesa: el de mi palabra. ¡Pobre María! Has pasado el Miércoles de Ceniza. En todo sentías el sabor de la ceniza, porque estabas sin tu Maestro. No se me sentía, pero estaba. Esta mañana, puesto que el ansia es recíproca, te he susurrado en tu duermevela: “Agnus Dei qui tollis peccata mundi, dona nobis pacem” (Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, danos la paz), y te lo he hecho repetir muchas veces y muchas te lo he repetido. Has creído que iba a hablar sobre esto. No. Primero estaba el punto que te he mostrado y que te voy a comentar. Luego, esta noche, te ilustro este otro.



Has visto que Satanás se presenta siempre con apariencia benévola, con aspecto común. Si las almas están atentas y, sobre todo, en contacto espiritual con Dios, advierten ese aviso que las hace cautelosas y las dispone a combatir las insidias demoníacas. Pero si las almas no están atentas a lo divino, separadas por una carnalidad oprimente y ensordecedora, sin la ayuda de la oración que une a Dios y vierte su fuerza como por un canal en el corazón del hombre, entonces difícilmente se dan cuenta de la celada, y caen en ella, y luego es muy difícil liberarse.

Las dos vías más comunes que Satanás toma para llegar a las almas son la sensualidad y la gula. Empieza siempre por la materia; una vez que la ha desmantelado y subyugado, pasa a atacar a la parte superior: primero, lo moral (el pensamiento con sus soberbias y deseos desenfrenados); después, el espíritu, quitándole no sólo el amor — que ya no existe cuando el hombre ha substituido el amor divino por otros amores humanos — sino también el temor de Dios. Es entonces cuando el hombre se abandona en cuerpo y alma a Satanás, con tal de llegar a gozar de lo que desea, de gozar cada vez más.
Has visto cómo me he comportado Yo. Silencio y oración. Silencio. Efectivamente, si Satanás lleva a cabo su obra de seductor y se nos acerca, se le debe soportar sin impaciencias necias ni miedos mezquinos. Pero reaccionar: ante su presencia, con entereza; ante su seducción, con la oración.
Es inútil discutir con Satanás. Vencería él, porque es fuerte en su dialéctica. Sólo Dios puede vencerlo. Entonces, recurrir a Dios, que hable por nosotros, a través de nosotros. Mostrar a Satanás ese Nombre y ese Signo, no tanto escritos en un papel o grabados en un trozo de madera, cuanto escritos y grabados en el corazón. Mi Nombre, mi Signo. Rebatir a Satanás únicamente cuando insinúa que es como Dios, rebatirle usando la palabra de Dios; no la soporta.
Luego, después de la lucha, viene la victoria, y los ángeles sirven y defienden del odio de Satanás al vencedor; lo confortan con los rocíos celestes, con la gracia que vierten a manos llenas en el corazón del hijo fiel, con la bendición que acaricia al espíritu.


Hace falta tener la voluntad de vencer a Satanás, y fe en Dios y en su ayuda; fe en la fuerza de la oración y en la bondad del Señor. En ese caso Satanás no puede causar ningún daño.”



En oración






Señor:
Gracias Señor por tus bendiciones y por la Luz que envías a mi alma.  Porque me ayudas a crecer para darte Gloria Señor.
Unámonos a la procesión de Tus Ángeles que están a Tu alrededor,  
Dios mío, porque Tú eres
 Único en la Santa Trinidad, 
y así como ellos Te alaban sin cesar y Te cantan himnos,
  
proclamemos, también, nosotros todas Tus maravillas
 
alrededor de
 Un Sólo Tabernáculo.  

Yo amo Tu Casa, Señor mío.
  
Apresúrate a unirnos a todos en Tu Casa,
  
que Tus Ángeles y Tus Santos
 
sean el ejemplo para nosotros.
  
Aprendamos de Ellos cómo adorarte
  
Alrededor de un Único Tabernáculo

Me dices que tenga confianza, que Tu guiarás mis pasos.  Veo que todo se ha venido cumpliendo, y que tu amor infinito nos regala día a día, un día más para poder salvar nuestras almas, para poder entender tus llamados.
Quiero ser cada día mejor y más agradable a tus ojos Señor. Sé bien que mis debilidades me tumban, y que esto me aleja de Tu Bendita Presencia.
Señor no dejes que caiga más ni que repita errores de antaño. Porque esto haría una coraza de separación entre Tu Amor y mi alma.  Déjame vivir en Tu Corazón, para que ahí me proteja de todo lo que me arrastra al pecado. No quiero separarme de Ti Mi Señor Jesús.
Quiero que me sigas puliendo el alma, ara que puedas ver Tu Rostro reflejado perfectamente en mí, y de esta manera poder ser Espejo Tuyo.  Y poder así seguir dándote Gloria por siempre.
Llena de Tu Gracia Señor mi alma, para que sea bella y agradable a tus ojos.
Gracias por tu infinita misericordia, por tu confianza en mí, esta pobre mujer que no tiene nada que darte, pero que sabe que Tu amas y que embelleces con Tu Amor, Tu Misericordia y Tu Bondad.
Gracias Bendito Dios por llevarme entre Tus Santas Manos, por posar tus Ojos Bondadosos en mí, por Tu infinito amor.  ¡Gracias Señor!
Acaban de fallecer varias personas a mi alrededor, algunos de ellos no les conozco, pero Tu si Señor, y te pido por esas almas que han partido de este mundo.  Señor ten piedad y misericordia de ellas, y si están Purgando ahora, ten compasión y ayúdales a salir pronto de ese lugar. Dales refrigerio y pronta salida. Por los méritos de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo.  Y junto con ellos ofrezco mis días ahora en tiempo de Cuaresma para la salvación de estas almas y de las que Tu desees salvar del Purgatorio. ¡Gracias Señor por tu infinita Misericordia!
Que Tu Bendita Obra siga actuando en nosotros, que Tus Llamados sean escuchados por todos aquellos que se encuentran lejos de ti, que Tu Infinito Amor rompa los corazones endurecidos, que Tu Infinita Bondad salve a todos aquellos que ignorantes y desviados por las malas influencias, te desconocen. Señor, que Tus Manos no dejen de cobijar a la humanidad, para que por medio del Amor de Tu Divino Espíritu, se trasforme la Faz de la Tierra.

¡Bendito y Alabado Seas por siempre Padre Santísimo, creador de todo el universo, de los cielos y la tierra y de todas las galaxias!
¡Bendito y Alabado Seas Señor Padre Todopoderoso, Amorosísimo y Misericordioso!
Reina en mí, Señor por siempre.
¡Gloria a Ti por siempre Señor!

miércoles, 5 de marzo de 2014

Tiempo Penitencial







El Papa Francisco centró su catequesis de la Audiencia General en La Cuaresma.
El Papa dijo que ayuda a luchar contra actitudes que "narcotizan el corazón", y a reaccionar frente a "la miseria, la pobreza, violencia o indiferencia de Dios".