FUENTE INAGOTABLE DE LUZ

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Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO
Sagrados Corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto,

miércoles, 8 de diciembre de 2010

ORACIÓN PARA LAS ALMAS DEL PURGATORIO


Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas almas
del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados.
A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!
Ayudad a mis hermanos y parientes.
Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayudad a los que han sido mis amigos.
Ayudad a cuantos debo amor y oración.
Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayudad a los que han faltado contra mí.
Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección.
Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos.
Ayudad a los que os desean más ardientemente.
Ayudad a los que sufren más.
Ayudad a los que están más lejos de su liberación.
Ayudad a los que menos auxilio reciben.
Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el
cielo.
Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente
desprevenidos para el viaje más importante.
Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes.
Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de almas.
Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayudad a los defensores de la santa fe.
Ayudad a los caídos en los campos de batalla.
Ayudad a los sepultados en los mares.
Ayudad a los muertos repentinamente.
Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.
V.
Dadles, Señor, a todas las almas el descanso eterno.
R.
Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
V.
Que en paz descansen.R. Amén.


CIEN RÉQUIEM
MODO DE PRACTICAR ESTA PIADOSA DEVOCIÓN
Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco
decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de
Réquiem.
Se empieza rezando un Padrenuestro y después una decena de Réquiem en esta
forma:
Dadles, Señor, el eterno descanso y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes:
JACULATORIA
Almas santas, almas purgantes, rogad a Dios por nosotros, que nosotros
rogaremos por vosotros para que El os dé la gloria del paraíso.
OFRENDA
Padre eterno, os ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de
la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la
libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.
En seguida se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas
pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande.
Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la siguiente
oración:
DE PROFUNDIS
Salmo CXXIX de David
Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios
y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que
estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio!

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