FUENTE INAGOTABLE DE LUZ

FUENTE INAGOTABLE DE LUZ
¡ILUMÍNANOS!

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO

Sagrados Corazones Unidos del AMOR SANTO
Sagrados Corazones de Jesús y María, unidos en el amor perfecto,

sábado, 8 de diciembre de 2012

INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA - Libro del Cielo - Luisa Picarreta




Diciembre 8, 1922 


Sobre la Inmaculada Concepción. 


Escribo por obedecer y ofrezco todo a mi dulce Jesús uniéndome al 
sacrificio de su obediencia para obtener la gracia y la fuerza de hacerla como 
Él quiere.  Y ahora, ¡oh mi Jesús!  dame tu santa mano y la Luz de tu 
inteligencia y escribe junto conmigo. 
Estaba pensando en el gran portento de la Inmaculada Concepción de 
mi Reina y Celestial Mamá y en mi interior he oído decirme: 
“Hija mía, la Inmaculada Concepción de mi amada Mamá fue 
prodigiosa y del todo maravillosa, tanto que Cielos y tierra quedaron 
estupefactos e hicieron fiesta.  Las Tres Divinas Personas hicieron 
competencia:  El Padre hizo salir un mar inmenso de Potencia; Yo, Hijo, 
saqué un mar infinito de Sabiduría y el Espíritu Santo un mar inmenso de 
eterno Amor, que fundiéndose formaron un solo mar y en medio de este mar 
fue formada la Concepción de esta Virgen, elegida entre las elegidas; así que 
la Divinidad suministró la sustancia de esta Concepción, y no sólo era centro 
de vida de esta admirable y singular  criatura, sino que este mar le estaba 
alrededor, no sólo para tenerla defendida de todo lo que pudiera 
ensombrecerla, sino para darle a cada instante nuevas bellezas, nuevas 
gracias, Potencia, Sabiduría, Amor, privilegios, etc.  Así que su pequeña 
naturaleza fue concebida en el centro de este mar y se formó y creció bajo el 
influjo de estas olas divinas, tanto, que no apenas fue formada esta noble y 
singular criatura, la Divinidad no quiso esperar como es su costumbre con 
las demás criaturas, quería sus abrazos, la correspondencia de su amor, sus 
besos, gozarse sus inocentes sonrisas, y por eso no apenas fue formada su 
Concepción le di el uso de razón, la doté de todas las ciencias, le hice 
conocer nuestras alegrías y nuestros dolores en relación a la Creación; y 
desde el seno materno Ella venía al Cielo, a los pies de nuestro trono para 
darnos los abrazos, la correspondencia de su amor, sus tiernos besos, y 
arrojándose en nuestros brazos nos sonreía con tal complacencia de gratitud 
y de agradecimiento, que arrancaba nuestras sonrisas.  ¡Oh!, cómo era bello 
ver a esta inocente y privilegiada  criatura enriquecida con todas las 
cualidades divinas, venir en medio de Nosotros toda amor, toda confianza, 
sin temor, porque solamente el pecado es lo que pone distancia entre 
Creador y criatura, rompe el amor, hace perder la confianza e infunde temor; 
así que Ella venía en medio de Nosotros como Reina, que con su amor, dado 
por Nosotros, nos dominaba, nos raptaba, nos ponía en fiesta y se hacía 
raptora de otro amor, y Nosotros la  hacíamos hacer, gozábamos del amor 
que nos arrebataba y la constituimos Reina del Cielo y de la tierra.  Cielo y 
tierra exultaron e hicieron fiesta junto con Nosotros por tener después de 
tantos siglos a su Reina, el sol sonrió en su luz y se creyó afortunado por 
tener que servir a su Reina con darle luz; el cielo, las estrellas y todo el 
universo sonrieron de alegría e hicieron fiesta, porque debían alegrar a su 
Reina haciéndole ver la armonía y belleza del firmamento; sonrieron las 
plantas, pues debían nutrir a su Reina, y también la tierra sonrió y se sintió 
ennoblecida al deber dar habitación y  por tener que hacerse pisar por los 
pasos de su Emperatriz.  Sólo el infierno lloró y sintió perder las fuerzas por 
el dominio de esta Soberana Señora. 
¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta Celestial criatura 
cuando se encontró la primera vez ante nuestro trono?  Ella conoció que todo 
el mal del hombre había sido la ruptura entre su voluntad y la de su Creador, 
y Ella se estremeció y sin dejar pasar el tiempo ató su voluntad a los pies de 
mi trono, sin ni siquiera quererla conocer, y mi Voluntad se ató a Ella y se 
constituyó centro de vida, tanto que entre Ella y Nosotros se abrieron todas 
las corrientes, todas las relaciones, todas las comunicaciones, y no hubo 
secreto que no le confiáramos.  Fue propiamente esto el acto más bello, más 
grande, más heroico que hizo, el deponer a nuestros pies su voluntad, y que a 
Nosotros, como raptados, nos hizo  constituirla Reina de todos.  ¿Ves 
entonces qué significa atarse con mi Voluntad y no conocer la propia? 
El segundo acto que hizo fue ofrecerse a cualquier sacrificio por amor 
nuestro. 
El tercero fue restituirnos el honor y la gloria de toda la Creación, que 
el hombre nos había quitado con hacer su voluntad; y aun desde el seno 
materno lloró por amor nuestro, porque nos vio ofendidos y lloró de dolor 
por el hombre culpable.  ¡Oh! cómo nos enternecían estas lágrimas inocentes 
y apresuraban la suspirada Redención.  Esta Reina nos dominaba, nos ataba, 
nos arrancaba gracias infinitas, nos inclinaba tanto hacia el género humano 
que no podíamos ni sabíamos resistir a sus repetidas instancias; ¿pero de 
dónde le venía tal poder y tanta ascendencia sobre la misma Divinidad?  
¡Ah! tú lo has entendido, era la Potencia de nuestro Querer que obraba en 
Ella, que mientras la dominaba la  hacía dominadora de Dios mismo.  
Además ¿cómo podíamos resistir a tan inocente criatura poseída por la Luisa Piccarreta                
Potencia y Santidad de Nuestro Querer?  Sería resistir a Nosotros mismos, 
Nosotros descubríamos en  Ella nuestras cualidades divinas, como olas 
afluían sobre Ella los reflejos de nuestra Santidad, los reflejos de los modos 
divinos, de nuestro Amor, de nuestra Potencia, etc., y nuestro Querer, que 
era su centro, atraía todos los reflejos de nuestras  cualidades divinas y se 
hacía corona y defensa de la Divinidad habitante en Ella.  Si esta Virgen 
Inmaculada no hubiera tenido el Querer Divino como centro de vida, todas 
las demás prerrogativas y privilegios  con los cuales tanto la enriquecimos 
habrían sido una nada frente a eso.   Fue esto lo que le confirmó y le 
conservó los tantos privilegios, y no  sólo, sino que a cada instante le 
multiplicaba nuevos.  He aquí la causa por la qué la constituimos Reina de 
todos, porque cuando Nosotros obramos lo hacemos con razón, sabiduría y 
justicia:  Porque jamás dio vida a su querer humano, sino que nuestro Querer 
fue siempre íntegro en Ella.  ¿Cómo podíamos decir a otra criatura, tú eres 
Reina del cielo, del sol, de las estrellas, etc., si en lugar de tener nuestro 
Querer por dominio fuera dominada  por su querer humano?  Todos los 
elementos, cielo, sol, tierra, se habrían sustraído del régimen y dominio de 
esta criatura, todos habrían gritado en su mudo lenguaje:  ‘No la queremos, 
nosotros somos superiores a ella, porque jamás nos hemos sustraído de tu 
eterno Querer; tal como nos creaste así somos.’  Habría gritado el sol con su 
luz, las estrellas con su centelleo, el mar con sus olas, y así todo lo demás.  
En cambio, como todos sintieron el dominio de esta Virgen excelsa, que casi 
como hermana suya no quiso conocer su voluntad sino sólo la de Dios, no 
sólo hicieron fiesta, sino que se sintieron honrados por  tener su Reina y 
corrieron en torno a Ella para hacerle cortejo y tributarle sus homenajes, con 
ponerse la luna como escabel de sus pies, las estrellas como corona, el sol 
como diadema, los ángeles como siervos, los hombres como esperando; 
todos, todos le rindieron honores y le hicieron sus homenajes.  No hay honor 
y gloria que no se pueda dar a nuestro Querer, sea que obre en Nosotros, en 
su propia sede, sea que habite en la criatura. 
¿Pero sabes tú cuál fue el primer acto que hizo esta noble Reina 
cuando saliendo del seno materno abrió los ojos a la luz de este bajo mundo?  
Cuando Ella nació, los ángeles le cantaron canciones de cuna a la Celestial 
Bebita y Ella quedó extasiada, y su bella alma salió de su cuerpecito, 
acompañada por legiones angélicas y giró por tierra y cielo y fue recogiendo 
todo el Amor que Dios había esparcido en todo lo creado, y penetrando en el 
empíreo vino a los pies de nuestro trono y nos ofreció la correspondencia del 
amor de todo lo creado y pronunció su primer gracias a nombre de todos.  
¡Oh! cómo nos sentimos felices al oír el gracias de esta bebita Reina, y le 
confirmamos todas las gracias, todos los dones, para hacerla superar a todas Luisa Piccarreta                
las demás criaturas unidas juntas.  Después, arrojándose en nuestros brazos 
se deleitó con Nosotros, nadando en el océano de todos los contentos, 
quedando embellecida de  nueva belleza, de nueva luz y de nuevo amor, 
suplicó de nuevo por el género humano, pidiéndonos con lágrimas que 
descendiera el Verbo Eterno para salvar a sus hermanos, pero mientras esto 
hacía, nuestro Querer le hizo saber que bajara a la tierra, y Ella de inmediato 
dejó nuestros contentos y las alegrías y partió, ¿para hacer qué cosa?  
¡Nuestro Querer!  ¡Qué potente imán  era nuestro Querer habitante en la 
tierra en esta recién nacida Reina!  No nos parecía ya extraña la tierra, no 
nos sentíamos ya para castigarla haciendo uso de nuestra Justicia, teníamos 
la Potencia de nuestra Voluntad que en esta inocente niña nos despedazaba 
los brazos, nos sonreía desde la tierra y cambiaba la Justicia en gracias y en 
dulce sonrisa, tanto, que no pudiendo resistir al dulce encanto, el Verbo 
Eterno apresuró su carrera.  ¡Oh prodigio de mi Querer Divino, a Ti todo se 
debe, por Ti se cumple todo y no hay prodigio más grande que mi Querer 
habitante en la criatura!” 

No hay comentarios:

Publicar un comentario