Te amo porque me has enseñado el Camino.
Espíritu Santo, mi Santo Compañero
y mi Amigo,
Tú que susurras en mi oído
consejo, sabiduría y consuelo,
Te amo porque has permitido
que mis ojos vean
y que mis oídos escuchen.
Te adoro porque me has resucitado
y Te has convertido,
oh Dulce Maná del Cielo,
en mi Pan de cada día.
Tú has consolado mi alma afligida y desgraciada;
Tú me cuidas en este desierto
y estás atento a mis necesidades;
Tú estás inspirando en llama rugiente
Tus Dones a toda la humanidad,
para Gloria de la Santísima Trinidad;
concédenos a todos la gracia de consagrarnos
a obedecer Tus estatutos
y que Tu Ley sea nuestra delicia.
Amén.
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