Es
Señor en tu presencia en dónde encuentro un universo de paz, de amor, de
tranquilidad a mi alma. Es ante tu Luz que yo puedo ver con claridad lo que el
mundo no me deja apreciar.
Señor
sentir tu presencia y verte ante mis ojos, en el Altar, esperando pacientemente
una migaja de nuestro amor, de nuestro respeto, de una rodilla que se doble
ante Ti para alabarte y glorificarte.
Nos
has dado todo, la vida, el cada día, todo lo que poseemos, todo lo que somos
todo lo que tenemos, y tu estás esperando ahí viendo el Templo prácticamente
vacío.
Y ahí,
cuando nos ves entrar, tus bellos ojos se alzan para ver como nos acercamos, y
vez que indiferentes algunos pasan solo para observar y conocer el Templo, lo
ven todo, lo admiran todo, pero no Te ven, no se inclinan ante Ti, sin respeto
alguno pasan por ahí como que si Tu no estuvieras.
Otros
buscan la seguridad que Tu brindas al espacio en dónde estas, y buscan una
banca para guarecerse del calor, para descansar un poco, para dormir
incluso. Y tu Señor, con mirada tierna
sonríes al verlos tan cerca de Ti, físicamente, y tan lejos que están sus
corazones. Tú tienes la solución a sus problemas, Tú tienes todo el amor del
que carecen y que tanto anhelan, Tú tienes todo lo que necesitan en la vida
para vivir plenamente. Y no se dan cuenta, no abren sus corazones para que Tu
penetres y lo ilumines, lo inflames de Tu amor, y con ello conozcan el Cielo
aquí en la Tierra.
Es
como ir a visitar a un amigo, porque quieres verle y platicarle algo, pero
llegas frente a él, le saludas, y al sentarte, te quedas callado, solo observando
lo que hay cerca, y de pronto te acomodas y te duermes. ¿Qué pensaría el amigo
ante esta actitud tuya?
Sin
embargo Señor es tanto tu amor por nosotros, que sólo nos ves con ternura, e
incluso acercas tu mano para acariciar sus cabecitas, ayudando con eso a que
reciban paz en su descanso.
Aprovechas
su silencio para tocar con delicadeza sus corazones. Porque tu lo aprovechas
todo, nada se desperdicia. Entonces buscas ese corazoncito entumecido, para
acariciarlo y darle vida.
Y así
poco a poco, con infinita delicadeza y ternura, vas sacudiendo el polvo de esas
almitas, para transformarnos en verdaderos amantes de Jesús Sacramentado. Y
nuestras almas te desean ardientemente, ya no pueden estar lejos de Ti. Te
buscan constantemente.
Esta transformación
que Tu Amor nos provoca, es como la caricia de nuestras madres cuando éramos
niños, es como la esperanza que hincha nuestros corazones y nos alienta a
caminar, es como el calor del cobijo de los brazos protectores de nuestro padre
amoroso, es como la seguridad que nos brinda el novio tan sólo con estar a
nuestro lado. Es como la sonrisa de nuestros hijos, es como… no hay palabras
para expresarlo completamente.
Señor
cuando estoy contigo, siento que mi pecho explota de amor, siento Tu palpitar
en mi palpitar, y siento como vas transformando cada partícula de mi ser.
No
quiero estar lejos de Ti mi Señor, y por eso sufro al despedirme, quiero estar
ahí junto contigo, y sentir todo ese amor, toda esa protección que sólo Tu me
sabes dar y que solo en Ti voy a encontrar.
CY 09.08.2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario